moción y tensión campearon a sus anchas el sábado en la estupenda cancha del Camp Nou, pero Barcelona y Real Madrid dieron claros síntomas de su debilidad. El juego que desplegaron les sirve para andar por casa con algún sobresalto pasajero. También para enfrentar a la clase media del balompié europeo. Y hasta ahí, a menos que recuperen frescura y futbol.

Dio la impresión que los jugadores afrontaban un final de temporada, no el inicio. Cierto que esos clásicos agarrotan y encarcelan músculos y mentes, pero lo mostrado por esos enormes equipos no invita al optimismo.

Es precipitado hablar de término de un ciclo, de que el famoso toque y toque español, sacralizado por la escuela futbolera del Barcelona y asumido por la selección que dirige Vicente del Bosque, está llegando a su fin. Sí hay síntomas que apuntan en esa dirección.

La prueba de fuego, como siempre, pasa por enfrentar a los grandes clubes europeos y, hoy en día, se limitan a dos conjuntos alemanes. Los siempre complicados equipos italianos no acaban de salir de su pérdida de identidad. Milán y Juventus, como sucede con el Tri, no saben a qué juegan.

Imbatibles en el cerrojazo –metían 10 jugadores detrás del arquero–, se hicieron permeables a las feroces críticas y decidieron salir de su madriguera. Un señor del futbol llamado Arrigo Sacchi encabezó una revolución en el calcio cuando dirigió al Milán del impresentable Silvio Berlusconi.

Modificó los patrones de juego de todo el mundo futbolero, pero se marchó y su legado fue marchitándose. Hoy no queda casi nada.

Siempre Alemania

Alemania siempre ha estado ahí, juegue bien o mal. Siempre hay que contar con la indomable mentalidad germana. Si se atiende a su historia, es muy sencillo entender por qué son tan duros de pelar.

Hoy, el mapa futbolero lleva el sello del Bayern de Munich y del Borussia Dortmund, auténticas e incansables máquinas de hacer futbol. Los bávaros son entrenados por el catalán Josep Guardiola, el hombre que convirtió al Barcelona en una caja mágica.

Los de Dortmund son dirigidos por un personaje que nunca pasa desapercibido. Se llama Jurgen Klopp y su sello está marcando escuela en la Europa futbolera.

Madrid y Barcelona, si es que llegan a las últimas instancias, deberán examinarse ante ese nuevo futbol mezcla de arte y de despliegue físico. Sólo entonces sabremos cuál es su real estado clínico.