a improvisación, la incompetencia para gobernar, la estupidez y la arrogancia, así como la corrupción, condujeron a una política económica equivocada durante 12 años de los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, conocidos popularmente como la docena trágica
. Los resultados han generado resultados de verdadera crisis en algunos sectores de la industria, el comercio y los servicios. En efecto, de cada nueve negocios instalados en 2009, sólo dos sobrevivieron en 2012, con la consecuente quiebra económica y social de muchas empresas.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) es la institución que aportó estas cifras, provenientes de su Primer Estudio de Demografía de Establecimientos realizado en su importante historia. Un total de 968 mil pequeñas y medianas empresas, que emplearon hasta 100 trabajadores, desaparecieron en ese lapso. Es decir, la gran mayoría de las que fueron liquidadas son de las que han aportado a la economía nacional 90 por ciento de los empleos formales y por ello son consideradas clave en el desarrollo y crecimiento de la actividad productiva.
Lo más frustrante es la depresión y desesperación que esto ha generado para muchos mexicanos, que seguramente son personas brillantes, con ideas originales y novedosas, que auténticamente creyeron en sus proyectos, en su esfuerzo y energía, en su espíritu de superación y en contribuir a generar mayores oportunidades para ellos, sus familias y para México.
Muchas de esas personas decidieron irse al extranjero o fueron obligadas por la situación a sumarse a la economía informal. Esta fatal herencia el gobierno del PRI no la ha podido superar y ni siquiera ha logrado encontrar una salida ordenada ante tanta decepción e injusticia nacionales.
En contraste, los gobiernos de las dos administraciones anteriores se dedicaron a proteger a las grandes compañías y consorcios, a costa de los programas frustrados de fomento a la pequeña y mediana empresas. Se olvidaron, o no les importó, que éstas son las que generan la mayor cantidad de empleos, con lo cual se incrementa el ingreso y el poder adquisitivo, que a su vez estimula la demanda y el crecimiento de la actividad económica en su conjunto.
Hoy, los mismos monopolios y corporaciones que recibieron todos los apoyos, concesiones y recursos de Fox y Calderón, están presionando y chantajeando al gobierno actual para que cancele o retire las reformas que no convienen a sus intereses, como la fiscal y la de imposición a las utilidades de los que más tienen, y en cambio aprueban otras que les abren nuevas y mejores oportunidades de invertir y enriquecerse cada vez más rápido a cualquier costo, hasta el de la desnacionalización, como en la propuesta de reforma energética.
En verdad, es un doble lenguaje, una hipocresía de esos grupos empresariales, una falta de lealtad, de patriotismo y de respeto hacia la nación, que reflejan su desprecio a México y a los mexicanos.
La sociedad observa cómo las empresas más importantes por su tamaño, a pesar de los beneficios obtenidos de los gobiernos y de los recursos del país, están en una estruendosa guerra mediática y de cabildeo en el Poder Legislativo, para evitar que se apruebe la reforma hacendaria que grava a los que más tienen y tiende a poner en términos justos algo que ha sido un factor de profundo desequilibrio económico, como son las bajísimas tributaciones fiscales de los grandes consorcios. Ahora mismo están presionando y chantajeando al gobierno en un reto directo a éste y a los legisladores, con dejar de invertir, con irse del país o argumentando que esos nuevos impuestos –que por cierto se pagan en cualquier parte– los sacan del mercado, lo cual es evidentemente falso.
Grupo México, de Germán Feliciano Larrea Mota Velasco, es un ejemplo claro de los que han sido más beneficiados por la política económica liberal, que luego crecieron y se convirtieron en monstruosas asociaciones de poder y monopolio, que igual poseen empresas mineras, cadenas cinematográficas, caballos pura sangre, explotación de los ferrocarriles antes propiedad del Estado, participan en televisoras, tienen aeropuertos y muchos negocios más. Este conglomerado hoy ataca obsesivamente al gobierno que les ha dado todo y está en contra de que cualquier organización, persona o sindicato se defienda por los caminos de la ley, mientras que esta empresa constantemente viola el estado de derecho.
Si Grupo México se quiere ir del país, argumento que utiliza como amenaza, que se vaya por ejemplo a Londres, Inglaterra, con todo su consejo de administración, sus directivos, sus 30 despachos de abogados traficantes de influencias y sus lacayos en los medios de comunicación. Allá a Larrea lo espera la justicia, para que responda penalmente al gran fraude cometido contra inversionistas ingleses. A éstos les vendió hace cerca de 10 años más de 70 millones de dólares en acciones, hoy valoradas en alrededor de 2 mil millones de dólares, pero que a la fecha no ha entregado como acostumbra hacerlo, como lo hizo, por ejemplo, con el Sindicato Nacional de Mineros o con los accionistas de Southern Perú Copper Corporation. A ver si ahí, en Londres, Larrea es capaz de presentarse en una audiencia pública ante los tribunales y dejar de esconderse, ya que en México ni a las fiestas sociales de otros empresarios se digna acudir. ¿Cuál será su temor para ocultarse?