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Jóvenes de la Academia Mexicana de la Danza bailaron en la explanada

No sucedió en el escenario de Bellas Artes, sino en la calle, el homenaje a la maestra

Guillermina Bravo, has repartido tu impetuoso caudal en muchos ríos que han tomado diferentes cursos: Rossana Filomarino

En medio de aplausos, el féretro abandonó el recinto cultural

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Rafael Tovar, en primer plano, monta guardia de honor junto al féretro con los restos de Guillermina BravoFoto Carlos Ramos Mamahua
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Jóvenes de la Academia Mexicana de la Danza honran a la maestraFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Sábado 9 de noviembre de 2013, p. 3

En la despedida de la coreógrafa y bailarina Guillermina Bravo, ayer en el Palacio de Bellas Artes, la danza se quedó en la calle.

El cálido, espontáneo homenaje que le rindieron jóvenes de la Academia Mexicana de la Danza (AMD) a la maestra, fallecida el pasado miércoles en Querétaro, no llegó al vestíbulo del recinto, donde permaneció dos horas el féretro, que tampoco llegó al escenario del teatro, como muchos esperaban.

A las 11 de la mañana, una hora antes de la cita oficial, los bailarines estaban ya en la explanada del máximo recinto cultural del país interpretando la pieza Pendular, de Eva Zapfe, hija de Valentina Castro, quien fue compañera de Guillermina en el Ballet Nacional de México.

Unos minutos después del mediodía, se permitió la entrada del ataúd. Dentro esperaban ya funcionarios e invitados especiales.

En el vestíbulo, la música de Bach interpretada por el Cuarteto de Cuerdas Carlos Chávez acompañó las guardias de honor de familiares y colegas, entre ellos, Antonia Quiroz, una de sus más cercanas colaboradoras; Federico Castro, Victoria Camero, Jaime Blanc, Raúl Parrao, Miguel Ángel Añorve; las hermanas Gladiola y Magnolia Orozco, Marco Antonio Silva, Nellie Happe, Cuauhtémoc Nájera, Lydia Romero, Nieves Paniagua y Cecilia Lugo.

Un gran ramo de alcatraces al frente, una foto de Guillermina tomada por Maritza López al fondo, algunas tímidas caricias y besos a la caja de madera, y muchas lágrimas en los rostros de sus discípulos enmarcaron esos minutos en los que algunos asistentes se preguntaban, ¿dónde está la danza para despedir a la maestra?

No podremos olvidarte

La ceremonia fue encabezada por el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), Rafael Tovar y de Teresa.

Fue la bailarina Rossana Filomarino quien aportó calidez a la opaca despedida institucional al pronunciar un discurso, con la voz entrecortada y los ojos anegados, en el que habló a su amiga y mentora: “Guillermina, no podremos olvidarte, porque cada uno lleva dentro un pedacito de ti, diferente para cada quien, que tenemos bien guardado junto a nuestro corazón. Has repartido tu impetuoso caudal en muchos ríos que han tomado diferentes cursos, nos enseñaste que, como el agua, el movimiento es energía pura.

“Con las alas desplegadas, estarás disfrutando la liviandad del viento, allá en las alturas. Mirándonos con tu mirada penetrante e inquisidora, diciéndonos, ‘ay, chispas, ya se me hace tarde para la clase, ya me voy’”.

Agregó que la pasión de Guillermina Bravo por la danza fue el fundamento de su vida, se conectaba con las raíces de México y con las profundidades del ser humano, con una pasión que hace hervir la sangre dentro de las venas, que desata emociones primigenias. El gran legado que quisiera que los jóvenes mantuvieran vivo es el rigor de la técnica, pues gracias a ella la danza en México dio un paso abrumador hacia adelante y se puso a la vanguardia mundial.

En su turno, el titular del CNCA afirmó que de ninguna manera con ella se va todo su esfuerzo, queda su simiente. Tendrá continuidad. Lo que ella dejó no será en vano, tendrá el apoyo de las instituciones culturales porque es la única manera de revitalizar y mantener viva a la danza en México.

Más tarde, María Cristina García Cepeda, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), se refirió a los apoyos que brindarán al Centro Nacional de Danza Contemporánea (Cenadac), en Querétaro, que fundó hace más de 20 años y dirigió Bravo: “Nos tenemos que sentar con quienes están al frente del centro, pero desde luego hemos platicado con ellos desde el principio del año.

Guillermina no se va, queda por siempre con nosotros, queda su legado, queda su enseñanza, fue una mujer que siempre con su forma de lucha propició que las instituciones apoyaran la danza.

También se comprometió en nombre del INBA a compilar los audiovisuales sobre la coreógrafa, a tenerlo todo en el Centro de Investigación de la Danza, pero también ver la manera de hacerlo llegar por todos los medios electrónicos con los que contamos. Platicamos con la familia y con todos los amigos que tienen este riquísimo y valioso material.

Antes de las dos de la tarde, en medio de aplausos, el féretro de Bravo abandonó el Palacio de Bellas Artes. Afuera, poco más de cien alumnos de la AMD interpretaban de nuevo la coreografía Pendular. Los transeúntes preguntaban, por la presencia de esos muchachos vestidos de riguroso negro y corbatas de colores, a varios pasos de la carroza fúnebre.

Es un homenaje a su maestra, la gran Guillermina Bravo, les respondían, y reconociéndola o no, las lágrimas acudían a los ojos del público, ahí, en la calle, donde la danza siguió vibrando, mientras, palacio adentro, el escenario quedó vacío, desnudo, sin la presencia física, la última que merecía esa gran hacedora, precisamente, de ese territorio de lo sagrado.

Los familiares informaron que los restos de la maestra serían cremados el día de ayer y las cenizas depositadas en el nicho familiar en el Catedral Metropolitana, como dispuso Guillermina Bravo.