Triple desafío
on regímenes autoritarios y la mayoría de la población sumida en la miseria, en las repúblicas centroasiáticas de la antigua Unión Soviética los presidentes no cambian como resultado de elecciones.
Ahí –en Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán– en 22 años de vida independiente se han dado sólo dos formas de relevo de mandatario: por una revuelta popular como en Kirguistán (dos veces) o por muerte natural del líder como en Turkmenistán.
El kazajo Nursultan Nazarbayev, el tayiko Emomali Rajmon y el uzbeko Islam Karimov gobiernan desde la época soviética, modificando a su antojo la Constitución mediante amañados referendos o resoluciones ad hoc de sus parlamentos.
Emomali Rajmon, al frente de Tayikistán desde 1992, acaba de ser relecto para un cuarto periodo presidencial de siete años y los expertos vaticinan que éste será su mandato más complicado, con un triple desafío: el riesgo de una guerra con Uzbekistán, el auge de los grupos islamitas radicales con el anunciado retiro de las tropas de la alianza noratlántica de Afganistán y el deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de los tayikos.
Tayikistán es el único país surgido de la Unión Soviética en que los musulmanes cuentan con un partido político registrado, el Partido del Renacimiento Islámico, pero las autoridades hicieron hasta lo imposible para impedir que contendiera en las urnas: en el último momento aumentaron el número de firmas de apoyo requerido y su candidata, una mujer de larga trayectoria en la defensa de los derechos humanos, quedó fuera.
Igual que los restantes caciques centroasiáticos, Rajmon busca la protección de una potencia extranjera resuelta a intervenir en su favor de ocurrir una rebelión doméstica o una invasión foránea. Tras coquetear con Estados Unidos, sin cancelar del todo las esperanzas de una posible cooperación militar, Tayikistán apostó por renovar su alianza con Rusia.
El Kremlin se comprometió a financiar y prestar asistencia técnica para concluir la construcción de la hidroeléctrica de Rogún, que daría a Tayikistán independencia energética y es motivo de controversia con Uzbekistán que teme una catástrofe ecológica que dañaría sus cultivos de algodón.
A cambio otorgó ciertas preferencias a los trabajadores tayikos que se ven obligados a viajar a Rusia para que sus familias no se mueran de hambre y consiguió el acuerdo para mantener su base militar en la frontera con Afganistán, la cual se considera en Moscú indispensable frente al Islam radical y el narcotráfico que amenazan el flanco meridional ruso.
Por ello la relección de Rajmon –con todas las irregularidades que se quiera– se corresponde con los intereses de Rusia que puede respirar tranquila hasta 2020, si el gobernante tayiko es capaz de superar su triple desafío.