Creó universos fantásticos mediante la historieta, la pintura y la escultura
una voz insustituible en la narrativa gráfica
Lo más cercano a un ángel es un astronauta; como no puedo ser ninguno, cuando menos los dibujo
Sábado 4 de enero de 2014, p. 10
Lo más cercano a un ángel es un astronauta. Como no puedo ser ninguno de los dos, cuando menos los dibujo
, expresó en una entrevista reciente el pintor y caricaturista Manuel Ahumada, quien falleció ayer a los 57 años de edad a causa de un paro cardiorrespiratorio mientras dormía en su domicilio de la ciudad de México, según informó su compañera, Jacqueline Valadez Pastor.
Reconocido por la célebre serie La vida en el limbo, imágenes lúdicas y provocadoras de ciencia ficción, el amor, la ciudad y la vida cotidiana que desafían a la imaginación fueron parte del quehacer estético del colaborador de La Jornada.
Sin embargo, el cronista reveló que fue un estigma difícil de vencer, pues la serie de historietas hacía que la gente no lo concibiera de otra forma que no fuera en el fondo de un hoyo, con el corazón resquebrajado, chillando y rogando
.
Una de las constantes en su trabajo, afirmó, fueron los sueños, pero no tienen que ver con lo que pasa en mi mente cuando estoy dormido ni con los sueños colectivos, sino con lo que imagino estando despierto; son las imágenes que me gustaría ver al asomarme a la ventana
.
Dedicó más de tres décadas a la impresión de caricatura política, historieta, pintura y escultura, creó universos fantásticos con seres solitarios, ángeles y demonios copulando; mujeres en desnudez etérea; lunas en cuarto menguante como azoteas de la soledad; astronautas que viajan en combis; espejos y ventanas que traspasan dimensiones, y tendederos donde colgaban melancolías.
Todo lo que hago es narrativo, aunque sea un solo dibujo
, señaló en entrevista el dibujante de un vasto universo iconográfico, quien nació en la ciudad de México el 27 de enero de 1956. Realizó acuarela, óleo, tinta y arte objeto, como quedó manifiesto en la muestra Ahumada NeoRetrospectiva, exhibida en febrero pasado en la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles.
En su voz, sus obras son todas reales; las historias que cuentan puede o no vivirlas el público, pero se vuelven reales cuando hacen sentir algo al espectador
, piezas para evocar la risa o la reflexión.
La cotidianidad urbana y el espacio sideral fueron motivos frecuentes de sus gráficas, en un universo metafísico donde todo es posible, envuelto en un humor negro e inquietante.
Manuel Ahumada estudió ingeniería y además quería ser músico. Aunque el azar lo llevó por el camino de la tinta, narró en entrevista por la celebración de sus 30 años de actividad artística, en 2009. Comenzó haciendo historietas que se publicaban en la revista Melodía, dirigida por Víctor Roura.
Fue parte del equipo fundador La Jornada y colaboró en el suplemento Histerietas. Antes realizó su carrera periodística en las publicaciones La Garrapata, el suplemento Masomenos del diario unomásuno. La serie La vida en el limbo, protagonizada por un personaje que viste gabardina, sin rostro y con sombrero, ganó en 1982 el Gran Prix del Salón Internacional de la Caricatura de Montreal, Canadá.
La literatura, relató el artista, también inspiró sus piezas y la concepción de su mundo iconográfico. Autores como Franz Kafka, Jorge Luis Borges o Hermann Broch influenciaron las creaciones que fluyeron de su mente.
Además del dibujo, su tránsito por las artes visuales lo llevó a la pintura y a la escultura. Recientemente, también al arte objeto y juguetes que complementaron su obra gráfica, pero todos narrativos, relatos en tercera dimensión, jaulas de pájaros y naves en pequeños universos en cajas.
Siempre se tiene un mundo interior totalmente privado y único, el cual lo marca a uno y no se puede dejar, aunque se viva con otra persona, siempre lo vas creando y no tiene nada que ver con quien vives, pues es tu mundo personal
, relató en 2010, con motivo de la publicación de su primera novela gráfica Las historias que yo viví, donde la ciudad, un astronauta y una mujer fueron una continuación de sus relatos que brindó con su vida en el limbo.
De acuerdo con el caricaturista Antonio Helguera, también colaborador de este diario, Manuel Ahumada era un ser excepcional, dueño de una sensibilidad y un talento artístico muy grandes.
“Siempre pensé que su sensibilidad lo hacía extremadamente vulnerable y que su única defensa ante el mundo era refugiarse en uno propio, construido en innumerables lienzos con óleo, historietas de La vida en el limbo y sus cartones para La Jornada.
“Siempre lo imaginé agazapado en su estudio, en algún departamento pequeño, en alguna calle de la colonia Del Valle, espiando a la vida en la calle para inspirarse y crear sus personajes urbanos fantásticos, mientras las sombras del atardecer se extendían por los muros, celosías, tendederos y ventanas de su vecindario.
Apenas ayer me llamó para desearme un buen año; obviamente sus deseos no se están cumpliendo
, señaló.
Por su parte, el narrador e ilustrador Bernardo Fernández, Bef, reconoce a Ahumada como el pionero de la historieta mexicana adulta, de autor
. Fue creador de “la primera novela gráfica moderna en México: El cara de memorándum, con Jaime López, de alrededor de 1980, que es un hito y se logró recuperar muchos años después, porque era muy adelantada a su época”.
Ahumada era un tipo con una capacidad poética y onírica en sus cartones como no he visto otro en México. Es una pérdida trágica por prematura, y una voz insustituible en nuestra narrativa gráfica. Ser caricaturista era uno de los múltiples talentos que tenía: gran pintor, grabador, sobre todo gran historietista y, al final, ensamblaba arte objeto
.
En tanto, el periodista Carlos Paul Espinosa Flores, amigo y especialista en la obra del artista gráfico, destaca que la de Manuel Ahumada es una creatividad lúdica y onírica que se concreta en las historias e imágenes de sus dibujos y pinturas.
La suya, define el reportero de La Jornada, es una poética del ensueño, aquella que fusiona de manera natural los sueños con la realidad.
“Ahumada no sólo sueña, sino, sobre todo, ensueña. Su activa ensoñación nos eleva y nos sumerge –de manera simultánea– en un caleidoscopio entintado de sensaciones, sentimientos y aventuras”, destaca Carlos Paul.
Sus imágenes despiertan todos los sentidos. Sus ensoñaciones son de aquellas que pertenecen a un estado crepuscular, en el que se fusionan la vida nocturna y la vida diurna.
Los restos de Manuel Ahumanda son velados en una agencia funeraria en el sur de la ciudad y su cuerpo será cremado, informaron sus familiares.