Opinión
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Recuento del (D)año 2013
L

o que más llamó la atención en el año que acaba de pasar fue la renuncia anticipada de Lucía García Noriega, ante las muestras de rechazo de diversos sectores artísticos a su política cultural en el Distrito Federal, rechazo que los teatristas iniciaron cuando la funcionaria mandó instalar grandes pantallas en los cruceros más importantes de la ciudad para proyectar videos de obras de teatro que, al parecer, y al ser retiradas las pantallas, en la actualidad son sustituidas por teatro vivo en las plazas públicas, con el programa Teatro en tu barrio. La desafortunada gestión, reseñada en La Jornada por Carlos Paul, entre otros, de García Noriega terminó ya y el poeta Eduardo Vázquez quedó al frente de esa secretaría, a pesar de las grotescas intenciones de García Noriega de quedarse en su puesto, pero hubo otras cosas que pueden ser gratificantes.

Están los premios. El Juan Ruiz de Alarcón, acompañado de una bolsa sustanciosa, a Jaime Chabaud por su trayectoria que ha implicado –además de su obra dramatúrgica y su gestión al frente de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)– buenos intentos de unificar al gremio teatral del país mediante la revista Paso de gato que él fundó y que dirige. El dramaturgo, docente y director Hugo Wirth obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia 2013, creado por varias instituciones, por su obra Precisiones para entender aquella tarde; el hecho de que Wirth no sea uno de los dramaturgos de su generación que tenga más referencias a su obra, otorga al premio obtenido un matiz de justicia y veracidad.

El año pasado continuó la tendencia a crear pequeños espacios como escenarios, quizás el último de ellos –por lo que respecta a 2013– sea el llamado El Bicho, que todavía no conozco. Este fenómeno despierta cierta nostalgia a los viejos que recordamos los teatros (Parece ser que José Luis Ibáñez guarda o guardaba en su memoria los nombre de todos y cada uno de esos escenarios, tanto culturales como comerciales) ya desaparecidos por no tener estacionamientos en un acto de arrogancia del entonces regente, al que Emilio Carballido respondió con su demanda de cerrar las iglesias de todos los cultos por no tener estacionamientos. En la actualidad, con un tránsito cada vez más caótico, por un fenómeno extraño, esto va careciendo de importancia, o con el respaldo de los llamados valet parking se soluciona el problema.

La Compañía Nacional de Teatro ofreció pocos estrenos para cumplimentar su encomienda de ser una compañía de repertorio que se traslada a diversos lugares. Por otra parte, México en escena del Fondo para la Cultura y las Artes (Fonca) retiró algunos apoyos que daba, pero continuó otorgándolos por tres años más a Casa del Teatro, AC, Arte El Milagro, AC, Compañía Los Enebles, AC, Seña y Verbo, y Línea de Sombras. Por dos años, a Baúl Teatro, AC, La Rendija, Laboratorio de Teatro Indígena y Campesino, Carretera 45, Grupo Teatral Tehuantepec, El Rinoceronte, AC, Cultura de los Indios Mayas, AC, Telón de Arena, Teatro de Ciertos Habitantes, AC, y Máquina Escénica, AC. No todos los grupos trabajan con igual constancia y calidad y algunos de los desechados son superiores a otros sí considerados, pero es criterio de los jueces y tocaría a Lourdes Pérez Gay, por ejemplo, allegarse las notas críticas que sin duda conserva para demostrar que Marionetas de la Esquina hace un teatro inteligente para niños a los que no considera zombies de los malos programas televisivos.

No quisiera yo seguirme desviando del propósito de esta nota, por lo que me gustaría añadir algo que una mujer muy inteligente (que por coincidencia es mi hija Lucila) me hizo notar. Es curioso que en las escuelas públicas de un país que se dice laico se sigan dando las pastorelas que algunos todavía defienden como tradición nuestra, pero que derivan del llamado Teatro para evangelizar que en épocas coloniales trataban de llevar enseñanza cristiana a los indios que adoraban a sus propios dioses, pero que ahora no tienen sentido para los agnósticos y que de cierta manera se contraponen con la legalidad que debería existir en todos los órdenes, aunque esto sea una más de las quimeras difíciles de llevar a la realidad.