Especialistas analizaron la obra de la artista que expone en Bellas Artes
Louise Bourgeois hacedoray su
práctica inclasificable
Sábado 11 de enero de 2014, p. 6
Al entrar a un espacio escultórico de Louise Bourgeois, o al leer sus textos, descubrimos un lugar, o un no lugar, un ambiente que se desprende de un mundo imaginario y poético que reconocemos y no nos es del todo extraño, sino que simplemente se nos revela con imágenes que desconocíamos
, expresó José Ignacio Prado.
El académico participó el pasado jueves en la plática Cuerpo, materia, espacios: vehículos de transgresión en la obra de Louise Bourgeois, escultora franco-estadunidense cuya exposición Petite Maman se exhibe actualmente en el Museo del Palacio de Bellas Artes.
Ante un público que superó el número de asientos colocados en la sala Internacional del recinto, Prado pidió, a fin de realizar el ejercicio de vivir los espacios de Bourgeois (1911-2010) como espacios afección
, y entrar sin complejos en sus habitaciones de la memoria y de la vida, olvidar por unos momentos a la mujer paciente del sicoanálisis y evitar una lectura de sus escritos como testimonio de sus conflictos síquicos
.
Al contrario, ver a la Bourgeois hacedora
. En cierto modo, su práctica inclasificable
podía estar más cerca de lo que algunos filósofos llamaron esquizo-artista a partir de la obra de Antonin Artaud. De hecho, la mayoría de las interpretaciones de su obra remiten a sus propias referencias a esa problemática relación con el padre, al papel del esposo crítico-académico como elemento determinante
, aseguró el especialista en filosofía y literatura.
Para Prado, la obra de la artista se puede entender casi como una novela de género, también de un género casi melodramático
. Acotó: Cuando nos salimos de la lectura sicoanalista de su producción, todas las puertas quedan abiertas
.
Tras recorrer la exposición, la historiadora de arte Karen Cordero sintió ecos
de la obra de Bourgeois con la de muchísimas artistas
. De allí que habló de ciertos temas y aspectos que tienen que ver con el arte femenino en México
. El primero sería la madre, presente en la figura de la araña, como la escultura monumental Maman, instalada en la explanada del Palacio de Bellas Artes, que dialoga
con la obra de Mónica Mayer y el grupo Polvo de Gallina Negra que tuvo con Maris Bustamante.
El segundo aspecto, el papel de la palabra, le hizo recordar la obra de Magali Lara que, desde sus inicios justamente introduce la palabra manuscrita y constantemente reconfigura los objetos y experiencias cotidianas por medio de preguntas y pequeñas frases íntimas
. El tercer tema tiene que ver con el vestido, relacionado con la memoria en el trabajo de Bourgeoise. Aquí trajo a colación la obra de María Ezcurra.
Cordero terminó su intervención con un pequeño homenaje
a la escultora Helen Escobedo (1934-2010), en la medida que su capacidad de reconfigurar los objetos cotidianos de alguna manera nos permite, en el contexto del arte mexicano, ver algunos de los recursos arriba mencionados: el uso de la palabra, de los objetos envueltos, de los objetos cotidiano en contextos insólitos, la reconfiguración de restos industriales y naturales
.
La escultora Miriam Medrez se refirió a una de las facetas de de Bourgeoise: el trabajo en tela que refleja su interés en el papel de la mujer y la sicología femenina, espacios desde donde he armado mi propio discurso a lo largo de los años recientes. Se trata de un lugar donde, a pesar de que nuestras historias personales son distintas, hemos coincidido en el trabajo del cuerpo femenino como la base de nuestra concepción
.