El regreso de AMLO
a mañana del Día de Reyes AMLO regresó a la política formalmente. De hecho, había estado ya muy activo 15 días después del ataque cardiaco que sufrió. Día con día, hora con hora, hizo llamadas telefónicas sus principales enlaces para organizar las últimas asambleas constitutivas de Morena en los estados. Al principio parecía un tanto desencanchado, pero poco a poco recuperó, no sólo su brío, sino su fina astucia al proponer antídotos para la manipulación de las candidaturas, enfermedad de los partidos de izquierda. Dio un breve discurso que remató con aquello de que hay que mantener viva la llama de la esperanza, que parece el motivo de toda su vida pública.
Hace 20 años que está en el centro de escenario. En 1995, como como presidente del PRD, lo sacó de la postración. Como jefe de Gobierno del DF llegó a tener una aprobación de 80 por ciento. Venció a la Presidencia de la República, a todos los poderes, a la televisión, la radio y la prensa. Movilizando a cientos de miles contra su desafuero. Proeza única en un país donde la prepotencia casi siempre se impone. Para impedir que ganara tuvieron que robarle dos veces la Presidencia de la República. En 18 meses visitó a todos los municipios del país y sembró en ellos el germen de su organización.
Ningún personaje ha sido más odiado, aclamado y amado en la etapa contemporánea de México. Y hoy, después de un quebranto muy serio, continuará encabezando la construcción de su partido que tiene ya más de 400 mil afiliaciones y que además ha podido celebrar 25 asambleas estatales, lo que técnicamente le garantiza el registro y su incorporación a las grandes ligas.
La recuperación de Andrés coincide con una cuesta de enero
particularmente dura. La reforma energética fue aprobada en un golpe de mano institucional. Será difícil que los defensores del régimen puedan convencer de que vivimos en una democracia. Son muy dudosas las ventajas que recibirá el país por la entrega de sus recursos. Basta con oír a los especialistas financieros: si el mercado se restringe, la producción y el comercio continúan en retroceso. Con razón el índice de confianza del consumidor ha caído en más de 9 por ciento. Los malos tiempos económicos están firmemente asociados con el tema de la inseguridad. La violencia se lleva cada año 2.26 billones de pesos. Ni los grandes empresarios creen que haya verdaderos efectos positivos de la reforma energética en menos de 4 años. Ya hemos olvidado que Peña pidió un plazo de 120 días para mejorar las cosas. Pronto lo oiremos decir que la prosperidad está a la vuelta de la esquina.
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