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En septiembre se conmemoran 100 años del nacimiento del narrador argentino

Bioy Casares, de estatura suficiente para ser leído con avidez: Chimal

Su cercanía con Jorge Luis Borges le creó una imagen de ser apéndice o derivación, considera

Utilizó la imaginación literaria para enfrentar sus obsesiones, señaló el ensayista

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Adolfo Bioy Casares frente al mural de Siqueiros que se encuentra en el hotel Camino Real, en la ciudad de MéxicoFoto Archivo
 
Periódico La Jornada
Martes 14 de enero de 2014, p. 4

Hacia su centenario, que se cumple este año, el escritor argentino Adolfo Bioy Casares (1914-1999) ha sido tratado con alguna injusticia, sobre todo por su cercanía con su coterráneo Jorge Luis Borges, pero tiene una estatura suficiente para que lo leamos con atención y avidez. Sí lo merece, señala el narrador y ensayista Alberto Chimal.

Nacido en Buenos Aires el 15 de septiembre de 1914, Bioy Casares no era una especie de apéndice o derivación de Jorge Luis Borges, que fue su gran maestro, su gran amigo, durante toda la vida. Se llevaban 15 años de diferencia, pero fueron cómplices durante gran parte de sus carreras, afirma Chimal en entrevista con La Jornada.

Frecuentó las literaturas fantástica, policial y de ciencia ficción, pero “tiene por lo menos una obra que es un clásico incuestionable, universal: La invención de Morel, en la cual describe frustraciones, ansiedades que son muy cercanas a nosotros, muy contemporáneas (...), en esa obra resulta un autor visionario, que tiene mucho que decirnos”.

En esta novela, un náufrago arriba a una isla donde habitan personas y se enamora de una de ellas, el problema es que descubre que son imágenes realizadas para sobrevivir a la muerte. Su tema central lo hemos vuelto a encontrar muchísimas veces en diferentes disfraces en toda la cultura de la segunda mitad del siglo XX: la relación entre la realidad y el deseo.

Así, adelanta la obsesión con las representaciones, las imágenes, que vemos todos los días en la televisión y las redes sociales, que vivimos y contribuimos a que sucedan. Bioy describe de manera muy conmovedora esa separación de mucha de nuestra conciencia contemporánea, cada vez más grande, entre la realidad y nuestros deseos (...) es una de las grandes definiciones de la frustración contemporánea (...) ese va a ser su gran legado a la posteridad.

Bioy escribió su primer relato a los 11 años. Luego estudió las carreras de Derecho, Filosofía y Letras, que abandonó. En 1932, Victoria Ocampo le presenta a Borges. En 1940, se casa con Silvina Ocampo, también escritora y pintora. Por su labor literaria obtuvo la membresía a la Legión de Honor francesa en 1981, además de los premios Cervantes e Internacional Alfonso Reyes, en 1990.

En 2006 se publicó Borges (Destino), de Bioy Casares, que describe la cercana relación entre los dos autores. La publicación de este libro de memorias, un poco de extractos de su diario respecto de Borges, desató toda una gran polémica de la cual él no salió bien parado, porque se consideró que es una serie de chismes y maledicencias. Este volumen, comparado con el resto de su obra, es insignificante, no puede disminuir los méritos de lo mejor de la obra de Bioy, aseguró Chimal.

Bioy Casares era un autor que se dedicó durante toda su carrera a utilizar la imaginación literaria, a veces dentro de lo fantástico como un medio de enfrentar una serie de obsesiones muy particulares de su vida. Uno de los temas en los que difiere de Jorge Luis Borges es en su interés en las mujeres, por las relaciones amorosas.

Otro de los aspectos –resume Chimal– es que ante la difícil situación en Argentina en los años 60 y 70, Bioy elige, en vez del exilio o el silencio, una estrategia de ocultamiento, de utilización de una especie de metalenguaje, de figuras oscuras que estaban tratando de referirse al presente de manera oblicua, muy disfrazada, muy sutil, para evitar consecuencias catastróficas, en libros como La guerra del cerdo, Historias desaforadas, Dormir al sol, Una muñeca rusa, El lado de la sombra y El sueño de los héroes.

En Argentina, con la Antología de literatura fantástica, de Bioy y su esposa Silvina Ocampo, se abre el género hacia la cultura popular, sin embargo, de manera distinta al resto de América Latina, ya que la imaginación fantástica se vuelve vehículo de crítica social y al mismo tiempo no deja de tener arraigo, menciona el narrador.

La colaboración con Borges en Cuentos breves y extraordinarios, colección de historias brevísimas entresacadas de diferentes fuentes, “planta las semillas de lo que hoy conocemos como la minificción o el microrrelato, junto con El libro de la imaginación, de Edmundo Valadés, que aparece en México”, destaca Chimal.

Bioy Casares falleció el 8 de marzo de 1999 en Buenos Aires y sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta.