Domingo 19 de enero de 2014, p. 3
Apatzingán, Mich., 18 de enero.
El nuevo grito contra Los caballeros templarios es el viejo clamor de los cristeros: ¡Viva Cristo Rey!
, expresa el sacerdote Gregorio López, y unos centenares de feligreses que le acompañan en un mitin frente al palacio municipal completan con tres vivas.
Más conocido como Padre Goyo, López se ha hecho célebre por oficiar con un chaleco antibalas y protegido por guardaespaldas. No puedo predicar al Dios de la vida donde apesta a muerte por todos lados
, dice y la pequeña multitud lo aclama.
En este municipio, sin embargo, pese al tremendo despliegue de los efectivos de la Federación, sigue oliendo a muerte. En las últimas horas dos personas fueron halladas muertas, con tiros de gracia.
Al Padre Goyo parecen fascinarle los reflectores. Hoy presume sus llamadas telefónicas con el secretario de Gobernación y el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. También enlista los periódicos de todas partes del mundo
que lo han entrevistado.
A pesar de que sus dardos iniciales se dirigieron a Los caballeros templarios, el sacerdote se despacha también a las autodefensas: Queremos comunidad, no comunitarios, porque los comunitarios se van y nosotros queremos gente que se quede
.
El mitin del Padre Goyo recibe quizá la protección del Altísimo, pero también la de los elementos de la Policía Federal a cargo de la seguridad pública desde hace unos días. El helicóptero que vuela bajo completa el cuadro.
Los agentes federales se ponen a las órdenes del sacerdote, quien se ufana de formar parte de la única institución que no está coludida con el narcotráfico
.
El cura devuelve la cortesía y pide un voto de confianza
para la Policía Federal. Aunque en seguida aclara: Les he dado unas horas para que prueben que de verdad van contra el crimen organizado
.
Reparte golpes. A la policía municipal la acusa de ser títere de la delincuencia
. A los ministerios públicos de fabricar culpables y otorgar impunidad a la delincuencia.
Los feligreses acompañan con vivas, aplausos y carteles como uno que reza: “Queremos presos a los narcopolíticos”.
En los alrededores de la plaza, muchos negocios continúan cerrados (sin contar otros donde los empleados recogen las cenizas). En ese escenario, el cura anuncia que ya regaló su chaleco antibalas e insta a los comerciantes a abrir sus negocios: No tengan miedo. ¡El miedo es para los templarios!
También ofrece números: dice que en el municipio ha habido más de 3 mil asesinatos, que 14 mil títulos de propiedad
pasaron a manos del crimen organizado y deben regresar a sus dueños
, y que el lunes dará a conocer una lista de 112 personas que están injustamente presas a causa de la corrupción de los agentes del Ministerio Público locales.
Goyo anuncia, por último, la integración de un Consejo Ciudadano Responsable de Impulsar un Sano Tejido Social (Ccristos) para que Apatzingán vuelva a ser la tierra de paz y trabajo que fue hasta hace 12 años.
La noche cae entre rezos, vivas al Padre Goyo y gritos de ¡Queremos trabajar!
y ¡Queremos paz!