Cae 20% el negocio de pequeñas tiendas y misceláneas, anuncia alianza de comerciantes
Refresqueras subieron precios en diciembre y al comenzar 2014; superan lo marcado por ley
La industria alimenticia aprovecha la confusión de las medidas de Hacienda, aseguran
Lunes 20 de enero de 2014, p. 26
Con el pretexto de los nuevos impuestos aprobados por las autoridades para refrescos y productos chatarra, se desató una guerra de precios al alza
en prácticamente todos los abarrotes por parte de las empresas que los fabrican y distribuyen, lo cual provocó una cuesta de enero más pesada que otros años para los consumidores, y el descenso en más de 20 por ciento de las ventas en pequeñas tiendas y misceláneas del país, aseveró Cuauhtémoc Rivera, dirigente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec).
Con ello confirmó la información que La Jornada publicó este domingo relativa a que una canasta con 28 productos básicos (abarrotes) se encareció 7.38 por ciento desde mediados de diciembre a la fecha, aunado al incremento anual de 14 por ciento que ya acumulaba al finalizar 2013.
En entrevista con este diario, Rivero denunció que las alzas se han observado por partida doble, ya que apenas se conoció la iniciativa de reforma fiscal las compañías refresqueras aumentaron sus productos en diciembre y nuevamente lo hicieron al comenzar 2014 cuando entró en vigor la nueva legislación. Lo mismo sucedió con otros productos como pan, pastelillos y galletas, distribuidos por la empresa del osito
(Bimbo).
Lo más grave es que los ajustes y la inestabilidad
de precios continúan a tres semanas de haber empezado el año, sin que la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) tenga capacidad detenerlos, acusó.
Cuahtémoc Rivera ratificó que los aumentos superan los marcados por la ley, es decir de un peso por litro de refresco, de 16 por ciento para los chicles y de 8 por ciento del impuesto especial de producción y servicios (IEPS) para las botanas, productos de confitería, chocolates, flanes, pudines, dulces de frutas y hortalizas, cremas de cacahuate y avellanas, dulces de leche, alimentos preparados a base de cereales, helados, nieves y paletas de hielo que tienen un promedio de 275 kilocalorías por cada 100 gramos.
El caso más representativo es el de los refrescos, el principal producto de los changarritos, estanquillos, tiendas de abarrotes y misceláneas, pues el incremento mínimo ha sido de 12 por ciento y el máximo hasta de 60 por ciento. Atribuyó este aumento a que los fabricantes de los refrescos más baratos aprovecharon para acortar la brecha de precios que los separaba de los más caros, encabezados por Coca-Cola, hasta casi igualarlos. Ejemplificó que una Coca-Cola de 3 litros se vende hoy entre 26 y 28 pesos, una Pepsi de igual cantidad en 25.50, y los refrescos de sabor de 2 litros o más en más de 22 pesos, cuando antes la mayoría de los últimos se comercializaba en menos de 15 pesos.
A los abarroteros no les queda más que subir los precios como les marcan los proveedores, porque sólo son intermediarios, justificó el dirigente de la Anpec, que cuenta con 75 mil afiliados de los más de 900 mil abarroteros que se calcula que hay en México.
Manifestó que aunque la Secretaría de Hacienda publicó el 30 de diciembre el listado de alimentos que no serán gravados, como las tortillas, el pan no dulce (incluido el de caja como el de Bimbo) y otros productos elaborados con cereales, no hay mucha claridad al respecto ni tampoco se sabe cuál es el tope para los que sí están gravados.
La confusión fue aprovechada por la industria alimentaria para subir todos sus productos, dijo, incluidos los lácteos, el pan de caja y hasta el agua embotellada simple. Eso ocurre a pesar de que Hacienda otorgó un plazo a los industriales para no cobrarles los nuevos impuestos de inmediato.
Consideró que el aumento de precios en bebidas y alimentos industrializados no es la única causa de que hayan caído más de 20 por ciento las ventas del sector en lo que va del mes, rebasando incluso su pronóstico de 14 por ciento que hizo en diciembre. Atribuyó el problema a los otros impuestos aprobados que han disminuido el poder de compra de la población, como el doble ajuste de precio en las gasolinas y el alza en el metro en el Distrito Federal.