Se anteponen intereses económicos, señala el coordinador de la Conabio
Lamenta que países no adopten acciones suficientes contra el calentamiento global
Recomienda apretar
medidas para proteger y mantener los ecosistemas
Lunes 20 de enero de 2014, p. 35
Los extremos en el clima, como los fríos de semanas recientes, las sequías y el calor, son parte del calentamiento global que afecta el planeta, sobre lo cual los países no han adoptado acciones suficientes, afirma José Sarukhán, coordinador de la Comisión Nacional para el Uso y Conocimiento de la Biodiversidad (Conabio).
Entrevistado en sus oficinas de Periférico sur, el biólogo y ecólogo, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, explica que actualmente no sólo hay todas las evidencias del cambio climático, sino vemos que todas las predicciones y modelos que se han utilizado desde hace 10 o 20 años para vaticinar lo que iba a pasar a estas alturas subestimaron lo que en realidad ocurre
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Añadió que organismos como el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) –que este año presentará los reportes más recientes de investigación sobre el tema– están bajo la presión de todos. Cada país quiere que las cosas vayan de acuerdo con sus necesidades, deseos. La tendencia es llegar a consensos de mínimo común denominador. Lo más bajito para que no afecte o exponga cosas en que como país se tendrían que hacer cambios, que no convienen económicamente
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Extremos
–Lo que se presenta, por ejemplo las tormentas invernales y los frentes fríos, ¿es atribuible al cambio climático?
–Justamente. El calentamiento genera extremos de ese tipo. Decíamos que uno de los patrones más claramente perceptibles con el cambio climático iban a ser las condiciones de los climas, que se iban a extremar. Fríos, calores y sequías muy intensos, inundaciones brutales, y es lo que ha estado pasando. Los fríos tienen que ver con ello. Hay una explicación de por qué ocurre.
“En el invierno se crea un sistema de circulación de aire muy frío que está ligado con el jet stream, corriente intensa de aire que gira de oeste a este y hace que los viajes a Europa en estas épocas rompan récords de velocidad. Los aviones se montan en éste y parece que van en patineta. Esta corriente se baja a veces, porque la celda muy fría se expande y produce vaguadas, como salidas del jet stream, que bajan por Canadá y Estados Unidos. Llegan al Golfo de México y son los nortes que siempre hemos tenido. Son una salida del jet stream con aire frío.
“En el caso del congelamiento de las cataratas del Niágara, lo que sucedió es que con la pérdida de hielo en el Ártico, que flota en el océano, cada vez hay más extensión de mar expuesta al sol. El mar absorbe energía, mientras el hielo refleja la radiación solar. Así, el mar se calienta. Por eso la pérdida de hielo en los glaciares se ha intensificado. Ello hace que la celda del jet stream se rompa y genere la intrusión de aire muy frío. Esto es lo que ocurrió.
Es un efecto del cambio climático. La pérdida de hielo del Ártico crea más agua en el mar, que absorbe un calor que no se hubiera generado de otra manera. Hay temperaturas más altas en esa zona que perturban el sistema atmosférico. Hay interacción entre agua, tierra y atmósfera.
–¿Los datos del IPCC están subestimados?
–Una cosa es la información con que ellos trabajan y las conclusiones consensuadas que tienen que alcanzar. Poseen de los mejores datos. Es lo que les da solidez. Pero en lugar de decir el señor tiene todo los signos de lepra, afirma: quizá se va a enojar. Vamos a decir que tiene un problema de piel que tiene que cuidar. Esta es la presión a que estos grupos están sujetos. Yo lo vi. El capítulo del tercer reporte tuvimos que diluirlo para que no sonara tan rudo. Es una desgracia.
–¿Cuáles son los efectos en México?
–Contamos con todo lo necesario para tener huracanes asesinos, como los que nos han tocado, y tormentas tropicales intensas. Si a ello se suma toda la tontería humana en tierra, de dañar sistemas ecológicos que amortiguan esas cosas, el efecto es peor. En México, los ciclones pasan por los océanos Pacífico y Atlántico. Lo que ocurrió el año pasado en Guerrero volverá a suceder. Cada vez será con más frecuencia.
–¿De qué manera está actuando México?
–Hay algunas medidas que se están adoptando. Creo que están bien. Sabemos que el país tiene interés, lo cual debe ser seguido con acciones más fuertes contra las emisiones, de tal manera que debemos apretar más. Pero ahí empiezan los intereses. Por ejemplo, que la industria automotriz puede tener problemas. Es una fuente de trabajo muy grande. Son argumentos difíciles de manejar. Se necesita una visión de largo plazo que prácticamente nadie tiene, excepto algunas naciones nórdicas, ricas, con pequeña población, que tienen dinero y educación. Pueden tomar decisiones socialmente aceptadas.
–¿Qué medidas se pueden establecer para enfrentar eso?
–Hay dos tipos. Una es la reducción de riesgos, que tiene que ver con el mantenimiento y cuidado de los ecosistemas, los cuales juegan un papel importante en el amortiguamiento de esos eventos. Hay mucha evidencia del papel que, por ejemplo, los manglares juegan: proteger las costas del efecto brutal. Ello no quiere decir que no pasa nada, sino que ocurre menos si están en buenas condiciones. Tenemos datos de cómo la pérdida de manglar en Campeche ha significado la disminución de territorio mexicano de costa. Estoy hablando de miles de hectáreas.
Los bosques, en las partes altas, amortiguan la fuerza del agua de lluvia, la cual se infiltra al suelo y se va a manantiales y ríos. Cuando desaparecen, la fuerza del agua cae violentamente en el suelo. Se lo lleva, y es lo que produce los deslaves. Montañas que acaban con pueblos. Lo vimos en Guerrero. Además, el líquido que cayó ya no la podemos aprovechar. No hay un sistema que lo retenga y lo vaya soltando poco a poco en ríos y manantiales. Mantener los ecosistemas es una medida de protección del efecto de esos fenómenos.