Felicidad y educación
al vez no sean mejores libros de texto lo que necesiten nuestras escuelas y tampoco hagan falta mejores métodos de evaluación ni mejores exámenes ni mejores programas.
Quizá lo que hace falta es una mejor comprensión de los niños, de su modo natural de aprender y de su necesidad
de ser felices, ya que, como dijo Einstein: Locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes
.
En el 50 aniversario de la escuela Manuel Bartolomé Cossío, de Tlalpan (DF), celebramos que la profesora normalista mexicana Chela González de Tapia y el maestro vasco, exiliado en México, José de Tapia, hayan decidido en los años 60 iniciar la aventura pedagógica de hacer las cosas de una manera distinta a lo tradicional. Así formaron generaciones de destacados artistas, científicos, técnicos y profesionales de todo tipo; de ciudadanos que significan un gran aporte para la sociedad mexicana.
Podría decirse que Chela y Pepe Tapia inventaron una pedagogía de la felicidad
, una manera de que los niños aprendan y vivan la escuela como experiencia de gozo intelectual y emocional.
Para la maestra Chela el desarrollo afectivo es más importante que el académico. Ella nos ha dicho: Los aspectos académicos deben sustentarse en un entorno de bienestar afectivo que permita a los niños aprender con satisfacción, tranquilidad y alegría. Nos importa mucho el nivel académico pero no estamos dispuestos a lograrlo a costa de actitudes impositivas que puedan dañar emocionalmente a los niños. Los conocimientos adquiridos deben ser elaborados, explorados, investigados y descubiertos por ellos mismos. Nos interesa más el proceso mental y emocional durante el aprendizaje que lo aprendido en sí mismo
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Y aunque en este 50 aniversario de la escuela que fundó, el querido maestro José de Tapia ya no esté para celebrarlo, recordamos –por hermosas y oportunas– algunas de las palabras que escribió cuando tenía 90 años de edad y toda una vida dedicada a la educación: “Desde que inicié mi carrera como maestro soñé, sueño y soñaré con un mundo diferente, mejor para todos, y especialmente para los niños, quienes son el futuro del mundo. “Los adultos hemos estropeado el mundo y lo hemos heredado a la niñez maltrecho, corrupto, vicioso, tormentoso, guerrero… Sin embargo, estoy profundamente esperanzado en la construcción de un mundo nuevo. Esa edificación le corresponderá hacerla a las nuevas generaciones. De ahí la importancia revestida por la educación. ¡Preparémonos y demos vida a una nueva sociedad! ¡Hagamos uso de la escuela para darle el advenimiento!”
(Informes de la fiesta de aniversario al teléfono 5606-3774.)