cusado de fraude y de prácticas contrarias a la ética, expulsado de su laboratorio y su universidad, abandonado por las organizaciones científicas y el gobierno de su país, cuyo sistema judicial lo sentenció a dos años de prisión, Woo Suk Hwang fue el centro de uno de los más grandes escándalos científicos en este siglo y blanco de la condena casi unánime de la comunidad científica internacional. Pero ahora el investigador coreano está de regreso como lo muestra el excelente reportaje de David Cyranoski publicado el 14 de enero en la edición en línea de la revista inglesa Nature.
Todos teníamos 10 años menos cuando Hwang estaba en la cima de su carrera científica. En febrero de 2004 el investigador de la Universidad Nacional de Seúl y su equipo publicaron un trabajo en Science, una de las revistas de más alto impacto, en el que describe la primera línea de células troncales (también llamadas madre) provenientes de un embrión humano clonado, adelantando a otros grupos que en todo el mundo ansiaban alcanzar esa meta. Un año mas tarde, en otra publicación de Hwang y sus colegas en la misma revista, se anunciaba la creación de 11 líneas celulares más. La clonación humana con fines terapéuticos se veía, por fin, al alcance de la mano.
Pero, como pudo demostrarse luego, al menos dos de las estudiantes de posgrado de Hwang figuraban entre las donantes de los óvulos empleados en algunos de los experimentos, además de que se pagaba a algunas mujeres para que aportaran sus células sexuales, algo contrario a la ética científica. Un comité de la universidad de Seúl dictaminó que los resultados de los trabajos de 2004 y 2005 eran productos de fraude. En el primero de ellos –según el comité– la línea de células llamada NT-1 no eran en realidad resultado de la clonación (la transferencia del núcleo de una célula del cuerpo a un óvulo previamente enucleado), sino el resultado de partenogénesis (un proceso en el cual el óvulo puede dar lugar a una nueva célula en ausencia de fertilización).
Hwang reconoció algunas de las acusaciones, pero siempre argumentó que no estaba al tanto de muchas cosas que ocurrían en su laboratorio, y aún ahora, él y sus seguidores, defienden a las NT-1 como la primera línea de células troncales como producto genuino de la clonación de embriones humanos.
Creo que lo vivido por Hwang es una experiencia muy especial e importante desde el punto de vista de la naturaleza humana. Representa la mayor caída que puede experimentar un ser humano científico. ¿Puede redimirse un paria científico?, se pregunta Cyranovsky el autor del reportaje en Nature –por cierto, dando por hecho que se refiere a un paria.
Desde julio de 2006, surgió Sooam Biotech una empresa basada en el trabajo de Hwang, creada con un fondo inicial de 3.5 millones de dólares provenientes de grupos que lo apoyan. Es importante recordar que en los momentos más difíciles hubo un movimiento social en Corea del Sur que apoyaba al científico quien de algún modo había sido puesto en la picota por la ciencia mundial, encabezada por las revistas que monopolizan el conocimiento y por la traición de algunos de sus colaboradores estadunidenses como Gerald Schatten (todo según los seguidores de Hwang).
Ahora Sooam Biotech, con Hwang a la cabeza, realiza un trabajo importante. Desde 2005 el científico sudcoreano fue el primero en anunciar la clonación en perros. Su nueva empresa ha clonado hasta ahora cientos de animales; además de perros, vacas, cerdos e incluso coyotes, lo que confirma su experiencia y capacidad para reproducir esas especies –lo que ya es una respuesta más o menos seria sobre las dudas acerca de su capacidad técnica para la clonación humana.
Los objetivos de su actual tarea incluyen el empleo de las técnicas de transferencia nuclear para la creación de modelos experimentales, por ejemplo, para reproducir enfermedades como la de Alzheimer y la diabetes con el fin de ensayar tratamientos para estas enfermedades. En el caso del cerdo, para avanzar en el conocimiento de los xenotrasplantes y también con para la preservación de especies en peligro de extinción. En este sentido Hwang trabaja ya en un proyecto que se antoja imposible: sobre la clonación de una especie extinta como el mamut.
Algunos de estos trabajos –cerca de 40– se han publicado en revistas arbitradas, por lo que ya son parte del acervo científico mundial. Un hecho muy significativo es que desde 2007 el ministerio de salud de Corea, autorizó a Sooam Biotech el derecho a realizar investigaciones en el campo de la clonación. Sobre las células NT-1, Canadá otorgó una patente para estas células en 2011, y en 2013 los Centros de Control de Enfermedades de Corea registraron la línea celular NT-1. Todo lo anterior indica que efectivamente Hwang está de regreso.
Mi propósito no es apoyar o condenar con este artículo a Woo Suk Hwang, sino expresar mi enorme sorpresa y admiración frente la capacidad humana para enfrentar una caída como la de este ya celebre científico del siglo XXI.