Ofreció el miércoles el primero de cuatro conciertos en el recinto
reveladora de secretos
Viernes 31 de enero de 2014, p. a10
El miércoles pasado, el cantante español de rock Enrique Bunbury ofreció el primero de cuatro conciertos en el Auditorio Nacional del Distrito Federal, como parte de su gira mundial Palosanto (título de su octava producción solista), que lo llevará a otras ciudades de la República Mexicana.
Cerca de las nueve de la noche, al apagarse las luces, una gritería ensordecedora lo recibió a él y a su banda. Como si fuera un aterrizaje, una especie de nave espacial u ovni, cruzó un cielo estrellado y entre el fulgor de la escenografía se situó a la derecha, frente al público. El contacto se dio y el viaje por los senderos de la música llevaría en adelante a la concurrencia por sonidos de una música creadora de mundos y que Bunbury ha definido como reveladora de secretos
.
Los recursos tecnológicos engrandecen el espectáculo y la multimedia alimenta el culto a la personalidad. Noche de apóstrofes, de reverencias de un cantante que ha marcado a varias generaciones y que hubieran querido oír los éxitos del grupo semilla, Héroes del Silencio, pero no. Hoy, la voz y las letras son otras y se escuchan penetrando otras tierras. Iberia quedó atrás.
¡Qué voz!
, destacó un chavo a quien las ideas sonoras de Bunbury ha marcado en su diario devenir. Las reacciones expresaban idolatría, guardada en la memoria de miles de celulares. Posando, los amigos se tomaban fotos tratando de tener como fondo el escenario y al cantante. ¡Tómame con el video!
Palosanto marcaría el viaje de esa noche. Los seguidores corearon las nuevas rolas y comentaron santo y seña. El español se dijo agradecido por esa actitud de fidelidad. Con sus lentes negros parece un motociclista que busca su destino en las largas carreteras del norte. El viaje es mejor acompañado y nada díscolo lo recorrió con la incansable Carla Morrison, quien a últimas fechas aparece en una amplia variedad de discos, en dúos de los más diversos géneros.
La cita con Bunbury se dio por fin, luego de que el pasado 20 de enero cancelara el primer concierto por una gastroenteritis. Las chavas le chulearon su chamarra de cuero con estoperoles que fueron iridiscentes. En un concierto todo cuenta. El detalle se queda en la memoria. La noche se prendió con las chispas de Despierta y El club de los imposibles. ¡Te amo!
, le gritó en medio de un silencio una joven. Su expresión causó hasta risas y Bunbury, acostumbrado al chuleo, levantó la mano.
Se lució con las nuevas creaciones, como Los inmortales e Hijo de Cortés. Para que el dolor se hiciera macizo lanzó, guiado por la rosa de los vientos, la sabia Ódiame, cuya letra alude a que tan sólo se odia lo querido. Los abuelos escucharon la dolorosa en voz de Estela Núñez.
Para el voyeurismo colectivo, Enrique se quitó su chamarra y la camisa. Se quedó en playera, que le pidieron que también volara, pero no complació.
Cerró cañón con Hay muy poca gente. Se fue. Regresó para cantar un poco más
, y se oyó un parlamento: Queremos hacer esta noche algo muy especial para ustedes. Se trata de un gran talento. Para mí es un honor juntar mi voz con la talentosa Carla Morrison
, con quien interpretó Mar de dudas.