San Cristóbal de Las Casas, Chis., 31 de enero

En la cárcel de San Cristóbal de Las Casas, el descuido en la atención de la salud de los reclusos está alcanzando niveles críticos. La noche del pasado martes 28, uno de ellos estuvo a punto de morir y se encuentra grave. William Cruz Hernández, originario de Ocosingo, llevaba días con una infección aguda de garganta. Tras insistir, en el área médica le dieron paliativos que de nada sirvieron. Y esa noche se le hinchó la garganta, ya no podía respirar ni hablar.

Sus compañeros reclusos lo bajaron con los guardias, y uno le dijo al cabo, que a su vez dijo: no hay quién lo atienda. Y ya. La población se molestó y empezó a exigir, relata Alejandro Díaz Sántiz, el último preso en este penal que pertenece a Solidarios de la Voz del Amate, organización adherente de la Sexta declaración de la selva Lacandona. Todos los demás salieron libres el año pasado.

Al último lo sacaron y lo llevaron a un hospital, donde sigue muy enfermo. Todo por responsabilidad de las autoridades, que no hicieron nada, añade el trabajador tzotzil, originario de Mitontic, quien lleva casi 15 años preso, purgando una condena de 29 que inició en el estado de Veracruz y que él insiste en que es injusta.

También Díaz Sántiz sufre negligencia médica y la falta de medicamentos. Ha padecido por años una conjuntivitis crónica, ya le diagnosticaron cataratas (tiene 33 años de edad), pero aquí pueden pasar semanas sin que me den los medicamentos que necesito.

Desde el Centro de Readaptación Social de Sentenciados número 5, Díaz Sántiz insiste en demandar su libertad, y apela al presidente de la República Enrique Peña Nieto y al gobernador de Veracruz Javier Duarte para que se dé atención a su expediente, se agilice su envío a la justicia de Chiapas y permita al gobernador Manuel Velasco Coello cumplir con su compromiso de devolverle la libertad.