Disonancias
l discurso y debate oficial en este país a veces logra llegar a tales niveles de disonancia que uno no puede más que preguntarse si los protagonistas están conscientes de que lo que están diciendo choca frontalmente con algo llamado verdad o realidad. Estos últimos días no fueron excepcionales en manifestar lo que algunos sugieren es lo normal
, pero que otros consideran que son sintomáticos de cierto tipo de esquizofrenia. Pero tal vez, en la política oficial, la locura es normal.
La semana pasada el presidente Barack Obama realizó una gira por Europa con el enfoque en la respuesta de los países de la OTAN a las acciones de Rusia en torno a Ucrania.
La retórica de Obama en su gira se centró en el respeto a los principios y leyes que rigen el ámbito internacional. Mientras acusó a Moscú de violarlos e instó a la comunidad internacional a defender esos principios, se atrevió a presentar la invasión estadunidense de Irak como algo que contrasta con lo que hace Rusia: “Pero aun en Irak, America (sic) buscó trabajar dentro del sistema internacional. No tomamos ni anexamos territorio de Irak. No arrancamos sus recursos para nuestra ventaja. En lugar de ello, acabamos nuestra guerra y dejamos a Irak y a su pueblo con un Estado plenamente soberano que puede tomar decisiones sobre su propio futuro”.
Justo por esos días el Comité de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas emitió un informe deplorando la actuación del gobierno estadunidense en varios rubros, como el espionaje masivo, la tortura, el uso de drones, el fracaso en clausurar Guantánamo, y otras violaciones del derecho internacional.
El informe del Comité de Derechos Humanos, encargado de vigilar la implementación y cumplimiento de la Convención Internacional sobre Derechos Civiles y Políticas que ha estado vigente desde los 70, criticó que la vigilancia masiva de la Agencia de Seguridad Nacional había tenido impactos adversos sobre el derecho a la privacidad. Las conclusiones sobre el espionaje masivo fueron notables no sólo porque es la primera vez que esta entidad aborda el tema, sino porque rechazó el argumento oficial estadunidense de que Washington no tiene ninguna obligación conforme a la ley internacional de respetar los derechos de privacidad de los extranjeros fuera de sus fronteras.
El comité también denunció la impunidad de altos oficiales militares y civiles, como contratistas, por su participación en tortura, desapariciones forzadas y asesinatos en la guerra contra el terror. Expresó preocupación de que sólo ha sido enjuiciado un número muy reducido de oficiales de bajo rango e instó al gobierno a asegurar que todos estos casos sean investigados de manera independiente e imparcial
y que los responsables, en particular en puestos de mando, sean procesados y sancionados
.
A la vez, el comité expresó su desaprobación a la aplicación de la pena de muerte, el número de muertes ocasionadas por algunas fuerzas policiacas (citando en particular Chicago) y la disparidad racial en la población encarcelada. También destacó abusos de los derechos de inmigrantes, mujeres e indígenas en Estados Unidos.
Este proceso de evaluación “perfectamente ejemplificó el ‘nombrar y avergonzar’, táctica de derechos humanos ampliamente usada por el gobierno estadunidense contra otros estados, pero que casi nunca se emplea contra el mismo Estados Unidos. Aunque las conclusiones del comité no son legalmente vinculantes, llevan un peso moral importante y demuestran que la tolerancia internacional del ‘excepcionalismo’ estadunidense está en declive”, comentó la Unión Estadunidense de Libertades Civiles (ACLU) sobre el informe.
Sin embargo, Obama y su equipo, mientras viajaban por el mundo denunciando violaciones de Rusia y otros países y elogiando los principios y leyes internacionales, decidieron no aludir al informe (también fue notable que casi no ameritó mención en los grandes medios de este país). La verdad, cuando es inconveniente, es mejor ignorarla.
La gira de Obama por la defensa de la democracia, los derechos de los pueblos, y la ley y el orden internacional culminó en el lugar perfecto para constatar y consagrar tales principios supremos: en Arabia Saudita, con el presidente estadunidense sonriente junto al monarca.
La disonancia se manifestó también, como todos los días, en varios ámbitos más de la vida nacional aquí. Por ejemplo:
Los políticos de este país hablan de la santidad de la vida, y de la justicia y los derechos civiles básicos, pero un nuevo informe de Amnistía Internacional encontró que Estados Unidos ocupa el cuarto lugar en el mundo en ejecuciones (sólo China, Irak e Irán ejecutan a más de sus ciudadanos).
En el país campeón de la democracia electoral, por lo menos nueve estados han aprobado medidas para dificultar y obstaculizar el voto de comienzos de 2013 a la fecha, sobre todo para minorías y pobres, reportó el New York Times.
Y mientras Obama afirma que Estados Unidos es algo así como el velador mundial de la paz, nueve comandantes encargados de algunos de los miles de misiles nucleares intercontinentales fueron despedidos después de que se descubrió que decenas de sus subordinados habían hecho trampa en sus exámenes mensuales, o sea, los que tienen el dedo: en el gatillo del fin del mundo.
Los ejemplos no acaban, los ricos se hacen más ricos cada vez que los políticos hablan de oportunidad
y empleo, las familias son destrozadas por políticas migratorias mientras los políticos hablan de valores familiares
y describen este país como uno de inmigrantes, etc., etc. Lo de siempre, pues.
Nuestra disonancia nacional sigue causando estragos con periodistas que buscan hacer sentido de esta
, escribió el legendario periodista Bill Moyers. Amén.