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La guerra sucia actual busca desmovilizar mediante el miedo, indica

El poder financiero es el que manda en México, sostiene Adolfo Gilly
 
Periódico La Jornada
Sábado 5 de abril de 2014, p. 12

Adolfo Gilly, profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México, aseguró que el mundo financiero es el que manda en el país, mientras “estamos viviendo una guerra sucia” que tiene como objetivo sembrar miedo, miedo a movilizar y para desorganizar. Ellos le llaman despolitizar, dijo.

Al dictar la conferencia El tiempo del despojo, poder y territorio, en la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles, como parte del ciclo de mesas Los cambios estructurales y la disputa por la nación, organizado por la Fundación para la Democracia, consideró, sin embargo, que se requiere conocer la realidad para saber cómo respondemos a ésta.

Gilly afirmó que, como parte del nuevo mundo al cual México ha entrado, además de miedo, vivimos una situación de desorganización y por eso es difícil movilizarnos por el petróleo o contra la Ley de Telecomunicaciones; pareciera que no hay nadie, sin embargo, estamos todos, sostuvo.

Dijo que no es que uno tenga miedo a la policía, es otra cosa; en primera, el control de lo que está pasando de mi manifestación, de mi universidad.

Descomposición visible

Resaltó que en esta nueva etapa, donde el mundo financiero tiene otras reglas de mando y de control, el personal político sigue siendo parecido a como era antes, pero su descomposición es mucho más visible, porque ya está en otro lado.

Recordó que otros países han pasado por una situación equivalente y llamó a mirar así lo que tenemos por delante, no para desesperarnos, sino para mirar la realidad y para pelear en las condiciones en que está planteado el campo de batalla, sobre todo cuando las finanzas controlan hoy el territorio, el suelo y el subsuelo.

El historiador resaltó que Estados Unidos quiere el petróleo mexicano, el venezolano y lo que hay alrededor, porque ya le queda lejos la fuente del hidrocarburo que tenía y necesita volver a recuperarla, y qué mejor, destacó, que tenerlo al lado de casa.

Gilly apuntó en su exposición que el despojo moderno adquiere su expresión condensada en la oleada de privatizaciones de bienes y servicios públicos de los 30 años recientes: tierras, medios de comunicación y transporte, telecomunicaciones, banca y servicios financieros, seguridad pública y servicios militares, petróleo y petroquímica, minas y complejos siderúrgicos.

También, sistemas de seguridad social y fondos de pensión de los trabajadores, puertos, carreteras, sistemas de agua potable, represas, energía, hasta el proceso perverso a lo largo y an­cho de América Latina de la im­posición sin fronteras de la mi­nería a cielo abierto, destructor de la naturaleza y de las vidas humanas.