Las películas de Tim Burton tienen un público asiduo en México, a tal grado que involucra a familias enteras que se emocionan y conversan sobre los personajes fantásticos, seres que acentúan rasgos humanos, mundos imaginarios y entes góticos, donde la música juega un papel fundamental, que marca el ritmo de la historia con melodías que se quedan en la memoria y en el alma, experiencia que vivieron los asistentes al primero de los conciertos titulado Danny Elfman, música de las películas de Tim Burton, la noche del pasado martes, en el Auditorio Nacional.

Elfman llegó a México hace días para estar al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional, que fue la encargada de interpretar el programa. Estadounidense de California, preparó los conciertos con exigencia y el nervio propio de quien se sabe con talento. Estaba en su mundo, en su trabajo, y canceló entrevistas, pero dejó todo a punto y afinado para dos noches de una simbiosis singular entre imagen y sonido.

Una voz en off anunció que la Orquesta Sinfónica Nacional sería dirigida por John Mauceri. Hubo un poco de queja, pues el público quería en la batuta a Elfman. Nada que la calidad de Mauceri no permitiera el olvido.

El Coro Harmonia Vocalis, monumental, completaba el cuadro, imponente.

Apenas se escuchó la mitad de una nota de la película Batman, la gritería unió ánimos positivos, deseos colectivos de divertirse, de soñar, de gozar. Era un intro, apenas atisbo de lo que vendría por casi tres horas.

En tres pantallas se proyectaron imágenes de la película, lo cual revivía los días del cine mudo, silente, con música en vivo. La sincronía en este formato es importante... y así fue.

Era la creatividad sonora de Elfman. En adelante fue toser y cantar: Pee Wee, Beetle Juice, de cuyos personajes muchos llegaron con alusiones en camisetas, bolsas, mochilas y muñecos; Sleepy Hollow, Mars Attacks, Big Fish, Batman Returns. Vino un intermedio.

En la segunda parte, los tambores de la selva denotaron El planeta de los simios; Dark Shadows, Frankenweenie.... hasta Alicia in Wonderland. La gente quería otra, pero el programa fue estricto y ahí todo acabó.