La mejor opción
a crisis en Ucrania no comenzó en noviembre anterior, cuando centenares de miles de personas salieron a la calle a protestar contra el entonces presidente Viktor Yanukovich. Fenómeno recurrente desde que se desintegró la Unión Soviética, hace 23 años, la abierta confrontación es producto de las inevitables contradicciones entre el este y el oeste del país.
Mientras Ucrania era saqueada por los gobernantes en turno, lo que sumió esa república eslava en una severa depresión económica, todo presidente procuraba mantener el equilibrio entre los ucranios que aspiran a integrarse en la Unión Europea y los que tienden hacia un mayor acercamiento con Rusia.
Hasta que la convivencia forzada de las dos Ucranias se ahogó en sangre, con los 104 víctimas mortales que dejaron los enfrentamientos de febrero pasado. La pérdida de Crimea complica recomponer la coexistencia y demanda la búsqueda urgente de un arreglo político para evitar que, más pronto que tarde, el conflicto acabe en guerra civil.
La semana entrante Ucrania, Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea comenzarán a negociar una solución para esta crisis. Los puntos de partida muestran posiciones muy encontradas y, para que se logren avances, tienen que darse dos condiciones: que nadie quiera imponer a Ucrania su visión de cómo resolver el problema y que todos, incluidos los ucranios, estén dispuestos a hacer concesiones.
En este sentido, el gobierno de Kiev tiene que asumir que la adhesión de Crimea a Rusia es irreversible y ofrecer amplias garantías de autonomía a las regiones del este, lo que sin un pacto federal puede resultar insuficiente a estas alturas de la confrontación tanto dentro –entre dos proyectos irreconciliables de país– como fuera –con sublevaciones asistidas por ambos lados– de Ucrania.
Rusia, por su parte, en igual medida que Estados Unidos y la Unión Europea, debe dejar de interferir en los asuntos internos de Ucrania y, a cambio, conseguir el firme compromiso de neutralidad de su vecino, que impida instalar bases militares de la OTAN en su territorio.
Los cuatro países implicados en las negociaciones necesitan abandonar la actitud intransigente de que Ucrania afronta un dilema: o está con Occidente o está con Rusia. Tiene que estar con ambos.
No es fácil alcanzar consensos –en el este de Ucrania se concentran los recursos naturales, la minería y la mayor parte de la industria, que tiene más de 200 contratos de suministro de piezas básicas para la industria de Rusia– y si fracasan las negociaciones, no se excluye que surjan los primeros conatos de guerra civil, la cual sólo podrá detenerse con un contingente de cascos azules de la ONU y soldados rusos.
Ante esa perspectiva, para el gobierno de Kiev la mejor opción es admitir que llegó la hora de convocar una asamblea constituyente que convierta Ucrania en federación, única forma de sistema político que, más allá de paliativos, puede garantizar los derechos de todos sus habitantes.