Pugna de templarios y guerreros unidos en Cuetzala del Progreso
Domingo 13 de abril de 2014, p. 13
Los pueblos de Cuetzala del Progreso, Guerrero, siguen bajo control de los grupos del narcotráfico. El alcalde Feliciano Alvarez Mesino ya andaba de huida; sus rivales lo habían corrido del pueblo cuando el lunes lo detuvieron los federales
, señalaron habitantes de poblaciones de Tierra Caliente que forman parte de ese municipio, como Tianquizolco, Apetlanca, Chilacachapa y Cuaxilotla.
“Los narcos tienen el control y cuando han llegado –o aunque sea sólo de paso– los militares o marinos, la gente no dice nada por miedo, porque ellos tienen halcones que ven y escuchan, incluso, andan por los caminos de la sierra para informar la llegada del gobierno y que sus jefes tengan tiempo de esconderse”, señalan los pobladores que en algunos casos viajaron desde Iguala a la ciudad de México para dar información.
El municipio de Cuetzala del Progreso pertenece a la región norte de Guerrero y colinda con Teloloapan, Heliodoro Castillo, Eduardo Neri, Cocula y Apaxtla.
Los entrevistados, temerosos, pidieron el anonimato, y uno a uno contaron lo que han vivido en sus lugares de origen. Las familias son obligadas a alimentar a los delincuentes; “hay grupos que han llegado con armas y obligado a los viejos a decir que son comunitarios o autodefensas, y que están para darnos seguridad. Pero cobran comisión por la venta de animales o de cosechas.
“Algunos dicen que son templarios y luego llegan Los guerreros unidos. Estos son los que se han quedado, y el presidente municipal dicen que era templario, él tuvo que huir, ya en la presidencia municipal sólo había cuatro personas. Los guerreros los tienen amenazados.”
Afirman que los guerreros ya nos pusieron hora para estar dentro de nuestras casas, máximo a las siete de la noche se puede andar en la calle, eso pasa en Chilacachapa. Si no los obedecemos, nos tablean o nos matan”.
Hace dos semanas, cuenta otro, “iba a mi pueblo y en el camino había un retén, eran narcos; por su acento eran de Iguala, con ellos estaba un joven de mi pueblo, él tenía dos listas. A los que íbamos en el camión nos pidieron identificaciones y nos apuntaron en unas hojas; a los que iban en camionetas, en otra lista.
“Cuando llegué a mi casa ya me estaban esperando. Querían que les pagara cuota, pero no tenía dinero y me llevaron a la milpa. Decían que era gente de los templarios, que por eso me había ido, pero fue porque hace tres meses querían obligar a que mi hijo se fuera con ellos. Él tiene 17 años.”