La artista dedica un altar a las dolorosas
que perdieron a sus hijos por la violencia
Alude a las de Ciudad Juárez, Oaxaca y estado de México que luchan con la frente en alto
Viernes 18 de abril de 2014, p. 7
La artista Betsabeé Romero recupera y resignifica una tradición que, a su modo de ver, se pierde: el Altar de Dolores.
Sin embargo, su instalación Con el dolor y la fragilidad, montada en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, no está dedicada a la Virgen de los Dolores, sino a las numerosas dolorosas que padecen estas terribles pérdidas de sus hijos/as, en este país en que la violencia le quita la vida a tantas personas a diario y que, lejos de disminuir, ha aumentado en los últimos meses y años
.
Al principio de la instalación, que ocupa dos salas del segundo nivel del edificio, Romero ofrece “una pequeña selección de todas estas madres –de Ciudad Juárez, Oaxaca y estado de México, así como de los migrantes– que no están sólo con el puñal en el pecho, abnegadas y cabizbajas, sino con la frente en alto, las fotos de sus hijos en el pecho, el puño con una flor y en lucha reclamando justicia, pidiendo encontrarlos porque no sólo es su muerte, sino su desaparición en muchas ocasiones”, expresa la artista.
En la primera sala se reproduce un poema escrito por Romero al dolor de las madres que han perdido a sus hijos,/ que han muerto o desaparecido de sus propias ganas de vivir...
Aunque la expositora, quien es madre, no ha tenido una pérdida de este tipo, en términos históricos y sociales me duele mucho lo que pasa en el país
.
Por dar un respiro al dolor
En Con el dolor... no se enfoca en el Viacrucis, en las heridas, en el dolor mismo, en el escarnio, en la maldad
; es un altar que mediante la música –una mezcla de Stabat Mater, de Vivaldi, Pergolesi y Arvo Pärt–, la iridiscencia de las velas, el vidrio, se pretende distraer el dolor, darle un respiro
, precisa la artista, atraída por esta tradición desde niña.
Concebida como instalación envolvente
, Romero ha creado un ambiente de papel de china picado, con coronas de agave, listones morados y fotografías de las madres que luchan por la justicia, que penden en la primera sala. También hay vitroleras de agua de limón con chía que simboliza las lágrimas de la virgen, agua de jamaica alusiva a la sangre de Cristo y la de tamarindo, el agua con que han enjuagado y limpiado sus heridas.
En la segunda sala, cuyo decorado recuerda formas arquitectónicas moriscas, un camino bordeado por dos filas de velas escamadas, colocadas en un tapete de polvo de mármol, arena dorada y naranjas, conduce a un gran altar.
Está pensado de manera que el visitante recorra el pasaje con el dolor de las madres de las fotos
. Ante sus ojos se desenvuelve una ofrenda dinámica y viva
, construida con un sinnúmero de carneritos de cerámica, sembrados con chía, cuyo verdor es sinónimo de esperanza; tambores de Talavera, del siglo XVIII; esferas de vidrio soplado, los puñales de los siete dolores y pequeñas llantas grabadas por la artista, convertidas en floreros con siemprevivas y estante blanco. Todo esto sobre un piso de vidrio verde roto.
Para Romero esa propuesta, “efímera y colectiva –aunque los diseños son suyos, mandó a hacer los múltiples objetos en diferentes talleres de artesanos–, nos da fe del tejido social que se rompe con todo y sus valores. De allí que la restauración de tradiciones que se están perdiendo, de alguna manera también restablece una memoria colectiva muy profunda y antigua del tejido social que nos ha sostenido como cultura en la humanidad”.
Abordar el tema religioso no es común en el arte contemporáneo mexicano. Romero aclara que en su caso ha sido recurrente, pero que defino como un homenaje a la devoción popular que es un elemento de cohesión colectiva y de trabajo social. Es algo que ha sido importante retomar en mi obra, que no tiene nada que ver con la institución religiosa ni con el dogma ni con nada que tenga que ver con lo religioso, sino más bien con la celebración popular
.
Con el dolor y la fragilidad terminará exhibición el 11 de mayo en el recinto de Justo Sierra 16, Centro Histórico.