La locura no fue eterna: el número de incendios y asesinatos fue reduciéndose. Las balaceras se convirtieron en disparos aislados, el movimiento en las noches se transformó en una quietud aterrorizante. Entonces llegó el silencio que sólo se desgarraba por los gruñidos de los devoradores. La muerte triunfaba, la marea ensangrentada se había desbordado por la ciudad de México.

Tal es la atmósfera que viven los jóvenes protagonistas de la novela Psychos, zombis y otras catástrofes, de José Luis Trueba Lara (DF, 1960), segunda parte de la saga que comenzó con la novela Amor, zombis y otras desgracias.

Publicada por Alfaguara Juvenil, en ésta, la más reciente entrega, Jorge Antonio, UV y Alicia, luego de que el virus zombi ataca e invade a la ciudad de México, tienen que sobrevivir en medio de una urbe posapocalíptica, en la que el número de infectados crece y los recursos son cada vez más escasos.

El grupo de amigos de la secundaria tendrá que salir de la casa, en la colonia Narvarte, donde se encuentran, para enfrentar los peligros de la urbe infectada, en busca de comida y armas, así como de los que aún sobreviven. Su meta es llegar al Centro Cultural Universitario. El peligro se incrementa, pues en las calles se han formado grupos de enloquecidos ciudadanos, que la devastación de la población les hizo perder la razón y se mantienen con vida atacando, de manera cruel y sangrienta a cualquiera –vivo o muerto–, que se atraviese en su camino.

Apostar todo para no morir

José Luis Trueba Lara es historiador, escritor, periodista y enorme aficionado al cine de zombis y de terror, desde su adolescencia. Por ello decidió incursionar en el género de la novela de zombis.

“La idea fue evocar y convocar a aquellos personajes de las cintas que a lo largo de los años he visto. En la primera entrega, se evoca la atmósfera de la película La noche de los muertos vivientes, de George A. Romero, de ahí el nombre del personaje Jorge Antonio. En esta segunda novela, Psychos, zombis y otras catástrofes, intenta ser del tipo de la cinta Mad Max. Ambas son muy cinematográficas y con muchas referencias de personajes del cine”, explica el autor a La Jornada.

De manera literaria, la idea es que tanto el que conoce de cine de zombis, como el que no, puedan disfrutar la historia; novela en la que se hace uso de varios lenguajes, es decir, los personajes se comunican mediante Twitter, Facebook y mensajes de texto. Otra parte son los diarios que los protagonistas escriben y, otra, es la voz de narrador convencional. Todo ello se conjuga en la novela, detalla el autor.

La aventura se inicia. Los jóvenes deberán abrirse camino entre zombis y sicóticos, apostándolo todo por la oportunidad de no morir, al menos, un día más.