se mundo-otro, al que he hecho referencia en mis últimos artículos, viene. El futuro se acorta y nos volvemos miopes por la velocidad del cambio y muy poco podemos ver a plazo medio. Intentar entrever el futuro más allá de lo inmediato, por las tendencias actuales, resulta apenas en un diagnóstico de pronóstico reservado, dirían los galenos, que enuncian tal cosa para decir: no sé.
Tenemos algunas certezas, pero en conjunto y en su combinación no sabemos cómo evolucionarán. Sabemos que las emisiones de metano por la práctica del fracking no son de 9 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, como había informado el gobierno de Estados Unidos (EU), sino que un nuevo estudio científico reveló que son de 13/14 por ciento, y que dicho gas es 25 veces más potente que el dióxido de carbono; que el desdichado cambio climático por efecto de esa acción del despropósito empresarial, por tanto, se acelerará, si algo
no para la frenética exploración que llevan a cabo las fieras hambrientas insaciables de ganancias. Y esto ocurre cuando también empiezan a acelerarse las innovaciones técnicas para energías limpias.
Sabemos que el mundo unipolar y el predominio absoluto del imperio estadunidense están, en términos históricos, en trance de muerte y eso es un hecho sin reversa. Desde el pasado 23 de noviembre, Hillary Clinton dijo, sintomáticamente, de regreso de una reunión con líderes de la Unión Europea, que “el mundo se va a desamericanizar”. Sabemos que el dólar está en proceso de pasar a la historia como la
moneda de reserva. Voces que suenan a locura hablan no sólo de una recesión sin fin en EU, sino también de una secesión social en EU (norte-sur y/o este-oeste) que se refleja en fracturas, nadie sabe si insuperables, del histórico pacto bi-partisan gringo frente al mundo.
Mientras halcones
de la política exterior de EU instan a Washington a emprender más acciones con respecto a Ucrania, una encuesta reciente reveló que 58 por ciento de los ciudadanos estadunidenses se oponen a que el país se involucre en otro conflicto en el extranjero. El analista Michael Auslin, del neoconservador American Enterprise Institute, que jugó un papel central en conseguir apoyo a la invasión de Irak en 2003, escribió el pasado lunes en el sitio web de la revista Forbes que el brebaje tóxico de percepciones negativas sobre la capacidad militar y la voluntad política occidental/liberal está socavando rápidamente el orden post-1945
.
A fines del año pasado, Larry Summers, ex secretario del Tesoro de Bill Clinton, y economista renombrado, dijo ante una selecta audiencia del Fondo Monetario Internacional (FMI): ¿Qué pasaría si la crisis simplemente se hubiese acabado y en realidad nos estuviésemos enfrentando a un nuevo escenario en el que el escaso crecimiento es lo normal, una especie de estancamiento secular?
En otra parte de su alocución, insistió: ¿y si la economía estadunidense y por extensión la occidental no es capaz de crecer y crear empleo?, ¿y si sólo puede hacerlo a fuerza de crear burbujas con los consiguientes riesgos?
Supongamos, dice Summers, que los tipos de interés reales, descontando la inflación, antes ya hubieran sido negativos, y que ni así se logró el pleno empleo. ¿Acaso no será entonces que ya antes de la crisis no se podía crecer, pero la actividad se mantuvo a fuerza de burbujas?
Summers fue comentado con envidia (de la buena
) y con admiración, en fechas cercanas, por el Nobel Paul Krugman, que quedó deslumbrado por la argumentación de Summers (sólo hemos transcrito sus conclusiones). “Se podría pensar que esta clase de especulaciones son propias de un grupo marginal de radicales. Radicales, no hay duda; pero que son un grupo marginal, no tanto. Algunos economistas llevan tiempo coqueteando con este tipo de ideas, que ahora se ha generalizado. De hecho, hace poco, en la más respetable de las sedes, la gran conferencia anual de investigación del FMI, se defendía con insistencia el argumento del ‘estancamiento secular’, un estado duradero en el que la depresión económica sería la norma, con episodios de pleno empleo escasos y distanciados entre sí... Y si Summers tiene razón, todo lo que la gente respetable ha estado diciendo sobre política económica es erróneo, y seguirá siéndolo durante mucho tiempo.”
Los espacios desde donde estas palabras surgen y resuenan y los datos a los que tenemos acceso vuelven altamente plausible esa hipótesis, aunque pueda sernos aún difícil digerirla. Por eso, quizá, es tan difícil atisbar lo que hay en el futuro cercano. Las disoluciones imperiales cobran formas fantasmales. Riesgos militares, ¿patadas nucleares de ahogado?, ¿secesiones nacionales?, ¿China?, ¿los BRICS como conjunto?, ¿Rusia?
Tantas cosas empiezan a cobrar comportamientos distintos a los del pasado… Rusia, EU, Bruselas y Kiev firman un acuerdo de pacificación de Ucrania, lo que otorga una victoria diplomática parcial a Moscú: Crimea no fue tema en ese acuerdo, pero ni Turchinov, presidente usurpador de Ucrania, retira sus contingentes del este de Ucrania, haciendo a un lado el acuerdo que acaba de firmar, ni los insurrectos –al menos hasta el pasado domingo–, desalojan las oficinas administrativas de Kiev en el este; muchos de ellos argumentan que no estuvieron presentes en el acuerdo referido: sus intereses no estuvieron representados. En tanto, EU y la OTAN se proponen instalar más fuerzas militares en la frontera europea con Rusia, acción que, precisamente, hizo parte central en la crisis de Crimea.