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Nuevas tendencias migratorias
L

a profunda crisis estructural de 2007-2009, cuyas devastadoras consecuencias siguen sin superarse, ha dado lugar a nuevas realidades para los flujos migratorios. Desde mi punto de vista, los flujos de trabajadores migratorios responden a las necesidades y exigencias de los mercados laborales internacionales, mismos que van cambiando a lo largo del tiempo como respuesta a las diversas crisis que ha vivido el sistema capitalista. Por tanto, no es extraño que empiecen a observarse nuevas tendencias para los trabajadores migrantes que se ven obligados a reorientar sus destinos. Algunos flujos empiezan a tener una dirección norte-sur, que se explicaría por las dificultades que algunos países desarrollados siguen enfrentando por la crisis global. Si bien, como señala Frank Laczko, norte y sur no existen como tales, son conceptos artificiales que buscan reflejar una determinada dimensión del desarrollo; hay que tomar en cuenta además que, con la disolución de la Unión Soviética, el término segundo mundo perdió importancia y a partir de entonces el primer mundo se convirtió en el norte y el tercer mundo pasó a ser el sur. Sin duda se producirán muchas excepciones, como señala el autor, al colocar a todos los países únicamente bajo dos categorías, norte y sur, lo que habrá que tomar en cuenta para futuros análisis.

Sin embargo, podríamos conceptualizar a España como país del norte desarrollado y que está enfrentando graves efectos por concepto de la crisis, entre otras cosas un altísimo desempleo, por encima de cualquier otro país de la Unión Europea: 43 por ciento para los jóvenes y 21 por ciento para el resto de los trabajadores. Esto ha provocado la salida muy acentuada de población extranjera: bolivianos, colombianos, ecuatorianos, los que sin duda aportaron al crecimiento económico del país, pero ahora están volviendo a sus países de origen. Sin embargo, también se puede observar la salida de los propios españoles. El efecto para España es bastante grave, pues se ha producido una reducción importante en el ritmo de crecimiento poblacional que se presentó desde finales de los años noventa del siglo pasado gracias a los inmigrantes. Si bien son datos que hay que tomar con cierta reserva, de todas formas, como señala Joaquín Arango, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, el hecho de que haya más extranjeros de la Unión Europea que no comunitarios que se vayan del país es uno de los aspectos más relevantes. De los cerca de 2 millones 200 mil personas, entre 2008 y el primer semestre de 2013, que salieron del país, 88.01 por ciento eran extranjeros y 11.98 por ciento españoles. Si se analizan algunos de los destinos para los emigrantes de América Latina, llama la atención que sean justamente Ecuador, Bolivia, Brasil, Colombia y Argentina, países de origen de los migrantes que vivían en España, es decir, se está produciendo un flujo norte-sur. En cuanto a los españoles, estos se dirigen fundamentalmente a la Unión Europea, según el INE, y el destino preferido es Reino Unido, seguido por Francia y enseguida Alemania. Aquí podríamos señalar una tendencia migratoria norte-norte.

Esta reorientación de algunos flujos migratorios está indicando varias cosas. La primera y quizá la más importante es el hecho de que en la medida en que los migrantes en un escenario de crisis son los más afectados por el desempleo y la falta de horizontes para poder trabajar buscan reorientar sus flujos. Lo interesante, en este caso, es que regresan a sus países de origen, algunos de los cuales están viviendo condiciones más favorables. Destacaríamos por supuesto a Ecuador, cuyo gobierno se ha propuesto incorporar productivamente a los migrantes que regresan a través del programa plan Bienvenido a casa, facilitando su reinserción laboral y que ha dado muy buenos resultados. Por otro lado, Argentina ha recuperado su centro como destino de migrantes, básicamente bolivianos, perdido ante los efectos devastadores de algunos de los gobiernos anteriores y que dieron lugar a un importante éxodo de argentinos hacia Europa. Así como el caso de Brasil, cuyo país está recibiendo un importante flujo de trabajadores bolivianos.

Pero hay un caso para destacarse, y este es Uruguay, que mantiene un alto nivel de desarrollo humano, ubicándose en 2011 entre los tres mejores de la región, con Argentina y Chile, y en el puesto 48 a nivel mundial, según el índice de Naciones Unidas. Por ello no es extraño que la Organización Internacional para las Migraciones señale que el retorno de migrantes uruguayos es tan alto que se denomina como récord histórico, con más de 2 mil 242 retornos registrados en los recientes 12 meses. La mayoría de estos retornados vivían en España y Estados Unidos. Uruguay mantiene importantes índices en salud, educación, expectativa de vida, baja mortalidad infantil. Si bien sólo 2.4 por ciento de la población de 3.3 millones es de origen extranjero, esto supone un cambio en los patrones migratorios, pues atrae a los extranjeros provenientes de países vecinos y otros países de la región así como a sus ciudadanos que están regresando debido a su bajo desempleo y al importante crecimiento económico. Esto quiere decir que Uruguay se perfila no sólo como país de origen, sino como un nuevo país de destino (OIM Uruguay). Y aquí encontramos una nueva tendencia migratoria que podríamos calificar sur-sur.

¿Y México? No cambia su destino ni parece encaminarse hacia horizontes mejores, si nos atenemos a las reformas planteadas.