uy apropiado fue que César Chávez se estrenara el primero de mayo. Diríase que uno hizo el homenaje debido a la causa trabajadora al ver ese día una película sobre un líder fundamental en la lucha de los trabajadores ilegales en los Estados Unidos.
En su tercer largometraje como realizador, Diego Luna ha dado un brinco en sus ambiciones después de la sencillez de Abel (2010), su primer trabajo de ficción. Se trata, pues, de un afanoso, bienintencionado –y oportuno– biopic sobre la figura de Chávez (Michael Peña) y cómo, de 1965 a 1970, consiguió crear el sindicato llamado United Farm Workers y poner en jaque a los cultivadores de uva en el estado de California. (No deja de ser paradójico que una película tan claramente liberal sea distribuida por Televisa Cine y cuente entre sus productores a Emilio Azcárraga Jean).
Narrada de manera lineal, la película arranca de manera rápida y algo confusa sobre el deseo del protagonista de mudarse al pueblo de Delano, donde trabajadores de origen filipino han organizado una huelga. Chávez ve la oportunidad de iniciar un movimiento para beneficiar también a los trabajadores de origen mexicano.
De inevitable tono hagiográfico, César Chávez resume y subraya los momentos importantes de esa lucha campesina. Por ejemplo, la marcha multitudinaria de Delano a la ciudad capital de Sacramento. O el ayuno de 25 días, llevado a cabo por Chávez para convencer a sus propios seguidores sobre la necesidad de realizar un movimiento pacífico de resistencia. (Aunque no se manifiesta en la película, es clara la influencia que sobre el activista ejercieron tanto Gandhi como Martin Luther King).
Luna no pretende más que describir de manera casi didáctica los logros de su personaje epónimo. En ese sentido, la película cumple cabalmente al ser narrada de manera correcta y eficiente, sin intentar otra cosa que recordarnos una lucha que sería desconocida u olvidada por la mayoría de los espectadores. (El cartel publicitario de la cinta pone, en letras más grandes que el título, el inexacto eslogan El mexicano que desafió a Estados Unidos
).
Si bien el relato se concentra en Chávez y deja en categoría secundaria a compañeras tan importantes como Dolores Huerta (Rosario Dawson), el concienzudo guión de Keir Pearson y Timothy J. Sexton, no hace que la causa adquiera tintes maniqueos. Los productores de uva son representados por un tal Bogdanovich (John Malkovich, con un raro bisoñé), un inmigrante croata que defiende sus derechos con algo de ironía. La reflexiva interpretación de Malkovich no lo hace ver como un villano, sino un antagonista de razones históricas.
De hecho, la gran fuerza de la película es su convincente reparto. Aunque no guarda parecido físico con el verdadero Chávez, Peña encarna a un líder carismático e interesante, que mantiene sus emociones bajo control. América Ferrera (como la esposa, Helen) y Dawson construyen a sus personajes con unos cuantos trazos.
Igualmente verosímil es la recreación de época –la cinta fue filmada en gran parte en Sonora– y el astuto uso de pietaje documental o trucado para ocultar las limitaciones de producción. (Y si no fuera por la mala proyección de Cinemex, hubiera podido apreciar mejor el buen trabajo del fotógrafo Enrique Chediak).
Chávez fue quien utilizó la frase Sí se puede
en su activismo y el director la coloca, con razón, al final de los créditos finales para celebrar su logro.
César Chávez. D: Diego Luna/ G: Keir Pearson, Timothy J. Sexton, sobre un argumento de Pearson/ F. en C y ByN: Enrique Chediak/ M: Michael Brook/ Ed: Douglas Crise, Miguel Schverdfinger/ Con: Michael Peña, Rosario Dawson, América Ferrera, John Malkovich, Gabriel Mann/ P: Canana Films, Image Nation Abu Dhabi, Dream Management & Entertainment, Mr. Mudd, Participant Media. EU – México, 2014.
Twitter: @walyder