xisten más de 300 pandillas juveniles violentas en Nueva York que tienen decenas de integrantes de entre 12 y 20 años; algunas de ellas llevan nombres como Very Crispy Gangsters, True Money Gang y Cash Bama Bullies.

La policía afirma que estos grupos, concentrados en alguna cuadra o unidad habitacional, son responsables de 40 por ciento de los tiroteos en la ciudad, en tanto que la mayoría de los hechos de violencia derivan de la más mínima humillación en la calle, Facebook, Twitter o Instagram.

Es como pertenecer a una fraternidad del mal, afirmó el inspector Kevin Catalina, comandante de la división de pandillas del departamento de policía de Nueva York. Muchos de esos actos de violencia ocurren por nimiedades: la disputa por una chica, una mala mirada o lo que se perciba como un desdén.

Aunque aún existen los Bloods, Crips y Latin Kings, que se dedican al narcotráfico, sus miembros tienen mayor edad y comprenden el trillado lema del crimen: la violencia no es buena para los negocios.

Pero este dicho no es válido para los grupos juveniles, cuyas acciones imprudentes llevaron al ex comisionado de la policía, Raymond Kellym, a emprender en 2012 la Operación Recorte de Pandillas.

Los investigadores se han centrado en la compilación de inteligencia sobre las pandillas juveniles: comprender sus actividades, lealtades y riñas mediante patrullajes tradicionales y la vigilancia de sus acciones en medios sociales, fotos en celulares e incluso llamadas telefónicas en prisión.

La policía incrementó la detención de miembros activos. En Manhattan, los fiscales establecieron un sistema interno de alerta por correo electrónico, que les avisa del arresto de algún miembro de una pandilla juvenil, y les facilita un expediente detallado de sus detenciones para reforzar los argumentos e impedirles la libertad bajo fianza.

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