Domingo 11 de mayo de 2014, p. 33
Tadeo Hilarión Luquín, de apenas siete años de edad, toma el megáfono y grita con todas sus fuerzas: ¡Porque vivos se los llevaron...!
, y la multitud le contesta al unísono: ¡Vivos los queremos!
La escena provoca curiosidad y simpatía de muchos participantes en la tercera Marcha de la Dignidad Nacional, en la cual cientos de familiares de víctimas de desaparición salieron a las calles para reivindicar la memoria de sus seres queridos.
Por momentos, Tadeo ríe.
Parece que para el niño corear esa consigna fuera una especie de juego, con la salvedad de que es el hijo de Fabiola Luquín Reyes, joven que la mañana del 10 de enero de 2012 salió a una entrevista de trabajo y no volvió.
Con su risa infantil, que le alcanza para gritar consignas y repartir volantes que llevan impreso el rostro de su madre, el pequeño es más adulto que yo, porque no llora
, dice su abuela, Rosa María Reyes Martínez, quien no puede contener el llanto cuando recuerda a su hija desaparecida, a quienes las autoridades del estado de México nunca buscaron porque no había presupuesto
, y porque después no había líneas de investigación
.
Como Tadeo, en la marcha pueden verse muchos niños y niñas que no tienen más de 10 años y que caminan repitiendo palabras que no dejan de oírse raras en labios de un menor: Presentación con vida y castigo a los culpables
.
En la mirada ya endurecida de muchos de ellos pueden notarse el miedo, la confusión, el enojo y la frustración al cargar las fotos de sus madres o hermanos desaparecidos.
Al lado de Rosa María Reyes camina Esmeralda Mejía Ochoa, madre de Leonardo Denisse Escobar Mejía, cuyo padre lo secuestró el 11 de mayo de 2011 en Toluca, sin que las autoridades hicieran nada porque al ser cometido por su progenitor, el plagio sólo
era considerado sustracción de menores, y por ello menos grave.
También participa en la protesta Edith Pérez Rodríguez, cuyo hermano Ignacio, su sobrina Milillany y sus hijos Aldo y Alexis están desaparecidos desde el 14 de agosto de 2012, cuando al parecer fueron víctimas de reclutamiento forzoso por una célula de Los Zetas en Ciudad Mante, San Luis Potosí, al volver de un viaje a Houston.
Al lado de ellas, en el transcurso de la marcha también saltan en mantas y pancartas los rostros de otras víctimas, como Héctor Rangel Ortiz, desaparecido el 10 de noviembre de 2009 en Coahuila.
Asimismo, los familiares claman por Xiuhtletl Abarca Olea, desaparecido el 8 de septiembre de 2013, en Chilpancingo, Guerrero, y por Selena Giselle Delgado, el 29 de abril de 2010, en Tulpetlac, estado de México, entre muchos más.
Ninguno parece tener similitudes con el otro o la otra. Todos son de edades, procedencias u ocupaciones muy distintas. Nada hay en común salvo una cosa: a ninguno parece haberlos buscado el gobierno realmente; ninguno es hijo de políticos o empresarios, ninguno ha vuelto a casa todavía.