Julieta Venegas arenga al público a vivir sin miedo y sentirse libre
Ambos artistas se presentaron en el Festical Cultural Texcoco 2014
Jueves 15 de mayo de 2014, p. a12
¡Libertad, libertad, libertad...! Palabra que encierra y genera imperativos categóricos y que fue declarada un valor, una necesidad, al que el hombre no debe renunciar y, por el contrario, debe defender, cada quien a su manera, desde su trinchera, afirmaron por separado el jazzista Héctor Infanzón y Julieta Venegas, minutos antes de presentarse, el pasado martes, en el contexto del Festival Cultural Texcoco 2014.
Ha llovido o lloviznado cada día, por la tarde-noche, y algunos pobladores que asisten a los espectáculos afirman que es porque Tláloc, quien fue hecho en piedra en estos lares por los prehispánicos, está de buenas. Si cae agua habrá cosecha.
En el jardín municipal se desarrolló un programa de jazz con la participación de Manhattan Jazz, músicos texcocanos; Cabañas Latin Jazz, de Chimalhuacán, y Héctor Infanzón y su Cuarteto.
Minutos antes de subir al escenario, Infanzón se dio un rol por el jardín, se dio bola y ojeó un diario. En su camerino, mientras ejercitaba sus dedos en un teclado, contestó que en esta ocasión daría al público una muestra de su disco Citadino, más algo de sus producciones anteriores. “Citadino es mi homenaje a la ciudad de México. Pienso que el hecho de que se le haya dado al jazz una tarde dentro de este festival es importante. Básicamente, que lo tomen en cuenta las instancias culturales. Los jóvenes están abiertos a este género, porque ya tiene muchos años establecido y su público es vasto, desde el de la tercera edad hasta los muy jóvenes.
Crear vínculos e interlocución
“El jazz gusta porque es una música que tiene muchos elementos de libertad, de rebeldía artística, e incluso de lo que no nos gusta de nuestro país. Eso tiene y se hermana, en ese sentido, con el rock. El jazz es rebelde. Improvisar requiere de rebeldía, porque se explora qué pensar y decir a través de la música. Aunque no tiene texto, en sí la música es rebelde y eso a los chavos les atrae.
Hay varias vertientes, pero insisto en que es una música que debe estar en contacto con el público, porque el fin de toda actividad artística es crear una vínculo, una interlocución
.
Infanzón avanzó profesionalmente a pasos agigantados y firmes. El año pasado estuvo en Viena, viviendo una experiencia que pocos pueden ostentar en su currículo: “Me invitó la Tonkünstler Orchestra para estrenar una obra que escribí para armónica y orquesta. Al mismo tiempo, me invitaron a dar un concierto con la armonicista Litera en el Jazz Club de Viena, que es uno de los más importantes de esa ciudad. Fue una experiencia llevar música original a esas tierras, porque sucedió algo que normalmente no se da: cuando un compositor estrena una obra, lo invitan, y ya, pero el director nos pidió que tocáramos, e hice un encore. Mi pieza se llama La sazón de la abuela, que es un homenaje a la cocina de la familia. Después de ahí me fui a Indonesia, donde hice tres conciertos solo y uno más con la Twilight Orchestra de Indonesia. Tocamos una pieza para piano y orquesta, un danzón”.
Aseguró que esas salas son importantes, como también lo son espacios como el de Texcoco.
En sus conciertos se pueden conseguir sus seis discos, en una edición MP3 independiente. “Vienen los videos de cómo hice cada disco. Pronto saldrán otros dos cedés: uno con improvisaciones a clavecín solo y otro en vivo en el Centro Nacional de las Artes. Quien quiera el MP3 lo puede pedir al correo electrónico [email protected] o en mi Facebook. En el DF estaré con el maestro Alberto Cruz Prieto, extraordinario pianista clásico, con un concierto a dos pianos que denominamos Máscara contra cabellera; es decir, será como una lucha libre a dos pianos. Nos vamos a dar un entrón, el 15 de junio, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, a las siete de la noche”.
Fomentar la cultura
En tanto, en el deportivo Gustavo Baz Prada, Julieta Venegas dedicó su tema Vuelve a los texcocanos. Un amigo me preguntó si me daba miedo presentarme en concierto en México, por lo que está pasando, con la violencia y la inseguridad. No hay que vivir con miedo y tenemos que sentirnos libres. No hay que darles la oportunidad de que nos quedemos quietos
, lo cual fue seguido por un sonoro aplauso de miles.
En las gradas, llenas a más no poder, familias enteras y muchas mamás con sus hijos cantaron las juveniles de Julieta, ataviada con un vestido negro.
En charla previa, Julieta dijo que sólo puede expresar en sus canciones lo que ella siente. Si de lo que voy sintiendo algo valoro puedo hacerlo canción. Sólo eso.
Estar en un festival como este es algo que me agrada, porque está relacionado con la cultura y la entrada es gratuita. Para entrar el boleto es un libro. Muchos tenemos libros que ya leímos y que podemos donar para otros, para fomentar la lectura. Me gusta hablar de lo lindo que es fomentar la cultura.
En el Gustavo Baz la gritería fue producto de la idolatría. ¡Chuleta, Chuleta, Chuleta!
, gritaron unos irrespetuoso cándidos. La menuda y madura cantante tomó su acordeón y comenzó su tocadota. Por momentos tocó un piano y en otros la guitarra. Grupos de texcocanos se sabían todas las rolazas.
Todos sus éxitos los desgranó cual elote durante dos horas. Llovió, pero ni quién se quejara por Tláloc.