Opinión
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Las reformas no cuajan

Videgaray: 30 años más

Seis sexenios, y lo mismo

D

esde el sexenio de la renovación moral los genios gubernamentales repiten alegremente que el drástico giro en la política económica, los draconianos ajustes estructurales, la imposición de un modelo económico depredador y las ya innumerables reformas aplicadas en el país sólo perseguían un objetivo: abrir nuevas oportunidades para los mexicanos.

Y a lo largo de seis sexenios (32 años acumulados hasta ahora, de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto) aquello de las oportunidades se ha repetido hasta el aburrimiento porque, prometieron, a estas alturas el éxito de tales transformaciones, amén de rotundo, sería incuestionable, a tal grado que la única preocupación de los mexicanos sería la de escoger entre la infinidad de oportunidades generadas.

Desde luego que los habitantes de este país se mantienen en espera de la catarata de beneficios que, según lo prometido, caería sobre ellos tras el riguroso giro en la política económica, los ajustes fondomonetaristas, la imposición, a capa y espada, del modelito y la aprobación de ya no se sabe cuántas reformas.

Pero, ¡sorpresa! Luego de tres décadas de modernización permanente y de reformas sobre reformas (sin mayores beneficios para el grueso de la población), el brillantísimo ministro del año tomó el micrófono ya no para desmentir a los detractores de la política económica del régimen (que es la de él mismo), sino para notificar a los mexicanos que si saben esperar, pues que cómodamente esperen más porque, como diría Clavillazo, la cosa es calmada. Si los pacientes habitantes de esta nación ya se cansaron de no obtener nada a cambio de la modernización, pues es su problema.

Lo anterior, porque el desmentidor oficial de la realidad ya dijo que el proceso de reformas, de cambio, que encabeza el presidente Enrique Peña Nieto, está pensando en los próximos 30 años, donde México debe ser una tierra de oportunidades, una tierra de crecimiento y una tierra de creación de empleos, cada vez mejor remunerados en beneficio de las familias mexicanas, porque en México seguimos teniendo una gran asignatura pendiente que es el crecimiento económico, y cuando hablo de crecimiento económico no me refiero en este momento al crecimiento del último trimestre o del último año, me refiero al crecimiento de los últimos 30 años (La Jornada, Víctor Cardoso).

Entonces, si para los mexicanos los últimos 30 años fueron como cinco minutos, pero abajo del agua, pues que se aguanten, porque deberán transcurrir tres décadas adicionales para que México se convierta en esa tierra de oportunidades que les vienen prometiendo desde 1982. De ese año y a la fecha, no ha habido informe de gobierno, discurso, comunicado oficial, entrevista banquetera y conexos, en los que el funcionario declarante –el que sea, del inquilino de Los Pinos para abajo– haya olvidado pronunciar la palabra oportunidades (independientemente del programa de la Sedesol que lleva el mismo nombre).

Por ejemplo, revísense los informes de gobierno de los últimos seis inquilinos de Los Pinos. Ninguno de ellos dejó a un lado la palabra oportunidades (reitero, independiente del citado programa electoral… perdón, social). Entre las joyas que todo discurso presidencial contiene (de MMH a EPN) aparecen todo tipo de oportunidades gracias a los cambios citados: educativas, de empleo, crecimiento, desarrollo, bienestar, para mitigar la crisis, de superación de la pobreza, de entrar al primer mundo, de comercio exterior, de abrir más mercados, de esparcimiento, de cambio, de vivir mejor, de mover a México, de salud, alimentación, vivienda, seguridad, ambiente sano, autoestima, superación personal, de justicia social y así hasta el infinito.

Todas ellas están en lista de espera; pacientemente los mexicanos las han esperado por más de tres décadas. Pero casi en la desesperación, los habitantes de esta nación han recibido la buena nueva del secretario de Hacienda: que faltan otros 30 años para que las oportunidades (las pendientes y las que de aquí en adelante prometerán) comiencen a ser tangibles.

Dijo el ministro del año: las “reformas estructurales buscan incrementar el potencial de crecimiento de México para los próximos años y las próximas décadas y no esperamos que tenga un resultado inmediato en las cifras del próximo mes o del próximo trimestre en la economía. Sin embargo, el gobierno de la República debe tomar acciones decididas y oportunas para impulsar el crecimiento ahora, en un momento en que la demanda agregada ha tenido debilidad en sus diversos componentes, el año pasado fundamentalmente por el cambio de administración en el gasto público, y por una mayor lentitud en el desempeño de las exportaciones y este año una mayor lentitud, un menor dinamismo en el consumo privado… Tenemos que hacer una reflexión y entender que si las reformas lo que buscan es corregir los problemas de crecimiento de los últimos 30 años, no podemos esperar que este paquete de reformas nos dé resultados en los próximos tres meses”.

Qué bueno que lo aclara porque, palabras más o menos, eso fue exactamente lo que prometieron, desde hace tres décadas, los cinco predecesores de EPN en Los Pinos, es decir, corregir los problemas de crecimiento, generar oportunidades e ingresar al primer mundo. Y allí está el país entre la drástica realidad y los floridos discursos.

Lo dijo Miguel de la Madrid en su primer Informe de gobierno, el primero de septiembre de 1983: “se requería un ajuste económico drástico, que inevitablemente tendría un costo social; pero éste hubiese sido mucho mayor y mucho más doloroso si el gobierno no hubiese tomado la iniciativa (porque) ello podría haber conducido a una situación de caos y retroceso… Había que tomar medidas duras, a veces amargas, pero necesarias”. Se trataba, en síntesis, de convertir el ajuste económico en oportunidad para actuar sobre las deficiencias estructurales de la economía, introducir cambios de fondo para poder restablecer nuestra capacidad de crecimiento, y fortalecer la economía sobre bases sólidas de permanencia, eficiencia y justicia social.

Y tres décadas después, otros llegan con el mismo cuento y solicitan 30 años más.

Las rebanadas del pastel

Mientras alguien en la PGR se entera si Gastón Azcárraga está detenido, retenido, sometido a proceso migratorio, pidió asilo en Estados Unidos, se amparó, será extraditado o simplemente lo agarraron en el shopping, va mi agradecimiento para los amigos de Morena Coyoacán Centro por su cálida recepción y paciencia.

Twitter: @cafevega