El violista es parte del American String Quartet, que tocará el miércoles en la Sala Neza
Para el intérprete, el arte sonoro está en riesgo de desaparecer, porque ya no es parte de la educación en las escuelas
Al cuarteto se unirán los mexicanos Roberto y Andrés Díaz
Domingo 18 de mayo de 2014, p. 2
Cualquier manifestación cultural puede desaparecer si no hay suficientes personas que sepan de ella o se preocupen por ella, señala el músico estadunidense Daniel Avshalomov, integrante del American String Quartet, el cual ofrecerá un concierto el próximo miércoles en la Sala Nezahualcóyotl.
Una parte de estos riesgos tiene que ver con la educación. Antes, en Estados Unidos, la enseñanza musical era una parte normal de la escuela primaria y secundaria, pero ahora casi ha desaparecido. Excepto por las bandas que tocan en los partidos de futbol americano o soccer, no se enseña nada de música; pero ocasionalmente tenemos la oportunidad de acercarnos a los jóvenes y hacerlos que se interesen en lo que hacemos y en por qué lo hacemos. El reto es realizarlo cuando son muy chicos, antes de que decidan lo que es atractivo
, dice en entrevista telefónica desde Nueva York.
El principal desafío que encuentra la música de concierto, clásica o contemporánea es la competencia con todos los entretenimientos electrónicos: películas, videojuegos, “que son muy fáciles de absorber, no involucran la concentración, la reflexión o la preparación, lo que sí ocurre en un concierto: ahí se necesita esfuerzo y compromiso.
La pregunta es: ¿cuánta gente desea seguir haciéndolo? ¿Cuántos tienen la voluntad? Es como leer un libro impreso en papel, que nos sigue gustando a muchos, e incluso muchos seguimos escribiendo cartas con papel y pluma y los ponemos en un sobre y le ponemos una estampilla.
Química y sentido del humor
Daniel Avshalomov, quien toca la viola, proviene de una familia de músicos y compositores, así que siempre hubo música en su casa, y desde hace 35 años integra el American String Quartet al lado de los violinistas Peter Winograd y Laurie Carney, y de Wolfram Koessel en el violonchelo. Una relación de décadas que es como cualquier relación de adultos. Tienes que trabajar en ella, la química debe ser la correcta por supuesto, la gente que se une para hacer este trabajo tienen que llevarse razonablemente bien desde el principio, pero si quieres que funcione por décadas, tienes que ser flexible, querer aprender, tener la voluntad de negociar y lo más importante de todo es tener sentido del humor
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En su repertorio se encuentran los clásicos, como las piezas que interpretarán en el concierto del miércoles, a las 20:30 horas, en el Centro Cultural Universitario, donde, por cierto, no serán un cuarteto, sino un sexteto, debido a la colaboración con los músicos mexicanos Roberto y Andrés Díaz, en la viola y el violonchelo, respectivamente. El programa incluye Sexteto No. 1 de Brahms, Sexteto Capricho de Strauss, y Souvenir de Florence, de Chaikovski. Que será, dice Avshalomov, como servir tres postres en una comida
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Tocan el repertorio clásico pero también el contemporáneo.
–¿Por qué eligieron dedicarse a ambos repertorios?
–“Hay uno maravilloso para cuarteto de cuerdas, y la verdad es que creemos que todos los grandes compositores guardaron lo mejor para el cuarteto de cuerdas, no todos, pero la mayoría. Sus sinfonías son fantásticas, sus conciertos, maravillosos, pero la expresión más íntima de su identidad musical se encuentra en el cuarteto. Tenemos el privilegio de que cuando elegimos lo que vamos a tocar escogemos aquello que verdaderamente amamos, nunca tocamos nada que no amamos, y poder decir eso es maravilloso.
“En cuanto a la música contemporánea, la gente mira el nombre de nuestro grupo y dice: ‘ah! Okey. Se llaman American String Quartet, así que deben tocar música americana’. Pero no. Somos muy selectivos con las obras modernas que tocamos, es muy difícil decir si ese trabajo va a tener un valor duradero, así que somos muy cautos, muy conservadores, estudiamos muchas partituras, y si elegimos un trabajo no lo tocamos una vez y corremos al siguiente. Lo tocamos muchas veces, si podemos grabarlo lo grabamos; así que no tocamos demasiado, pero las que tocamos queremos pensar que son las mejores.”
Entender o sentir
Hoy, agrega, hay más compositores jóvenes que cuando comenzamos a tocar. Hay mucha gente que trata de escribir música para cuartetos. Las preguntas más importantes serían si el público está interesado en escuchar estas nuevas obras y si los músicos pueden entenderlas y tocarlas de manera que el público quiera escucharlas
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–¿Cuál es la respuesta?
–Hasta ahora creo que la respuesta es sí, pero las cosas pueden cambiar, es difícil estar seguro. En el caso de nuestro ensamble las cosas van a continuar de la misma manera mientras toquemos música para cuartetos. Si fuéramos jóvenes y estuviéramos comenzando hoy, la respuesta sería diferente.
–Los músicos deben entender lo que tocan. ¿El público también?
–Sentirla está bien. Aún después de todos estos años sigo tratando de entender alguna de la música que tocamos, así que creo que es suficiente con que el público sepa que los músicos entienden la música que interpretan.
“Tengo una teoría de la música clásica y de para qué nos sirve: la música no es sólo lo que está en la página, tal vez tampoco es el sonido en el aire que escuchamos; quizá la música es lo que está dentro del compositor, esa sensación que trata de transmitir en notas que los músicos leen. Nosotros, al leerlas, creamos sonidos y cuando alguien los escucha todo adquiere sentido, porque el público tiene la misma experiencia interior que el compositor tuvo cuando se sentó a escribir esa pieza. Así que el público tiene la oportunidad de conectar de manera absolutamente directa con el compositor.
La música clásica no es como la comida, no todos la necesitan, pero quienes la necesitan, lo hacen de una forma muy sincera e intensa. Así que tenemos que encontrar a esos pocos y mantenerlos en contacto.
Con todos los años que lleva al lado de la música, ésta sigue siendo un placer. Nos da demasiado a cambio. Siempre hablo con la gente y digo que si dejamos nuestro ego a un lado, podemos aprender cosas todos los días. ¡Imagina tener un trabajo que mejora cada día, pero que también te hace mejor! Eso es lo que quiero que siga pasando
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