annes, 18 de mayo.
El domingo es un buen día para disfrutar un western y el actor Tommy Lee Jones en The homesman, su segundo esfuerzo como realizador tras Los tres entierros de Melquíades Estrada (2005), ha conseguido una satisfactoria aportación al género, que parece volver a la vida aunque sea de manera artificial (el festival también exhibió, en función de medianoche, otro western titulado The salvation, dirigido por el danés Kristian Levring).
La acción se sitúa en Nebraska en 1854, cuando Mary Bee Cuddy (Hilary Swank), una solterona poco atractiva, se ofrece de voluntaria para transportar a tres mujeres vueltas locas a un hospicio en el más civilizado Iowa. Para eso recluta a la fuerza a Briggs, un malviviente desertor del ejército (el propio Jones), a quien salva de morir ahorcado. La película es, pues, la crónica de ese viaje penoso por tierras áridas e invernales. Aunque de convencional resolución, la aventura ofrece algunas sorpresas –un grupo de indios pawnee se conforma con el obsequio de un caballo, por ejemplo– y las acciones del protagonista tienen poco de heroísmo.
En un género de dominio masculino como el western es también inusual que se enfatice el drama de ser mujer en ese contexto tan agreste. Las tres mujeres trastornadas –que permanecen a lo largo de la historia en un estado semicatatónico– lo han sido porque no han aguantado la penuria de la vida pionera. Y la misma Cuddy acaba por ser una víctima de no pertenecer a un medio social más amable.
Jones dirige con un buen sentido del espacio, bajo un ambiente casi siempre ominoso, auxiliado por la notable fotografía del mexicano Rodrigo Prieto, que sobresale en secuencias iluminadas por lo que queda del resplandor crepuscular, o las llamas de una fogata. The homesman no será un western que haga época, pero se agradece en comparación con la segunda película en competencia.
Le meraviglie (Las maravillas) es también el segundo largometraje de la italiana Alice Rohrwacher, una insustancial realización sobre una familia que vive apartada de la civilización en la región central de Umbria; el punto de enfoque es la mayor de cuatro hijas, llamada presuntuosamente Gelsomina (Alexandra Lungu), la consentida del germano padre (Sam Louvyck), un tipo de trato bruto que, seguro de la proximidad del fin del mundo, se concentra en la fabricación de miel a través de un sistema rudimentario. A pesar de su marginación, las niñas ansían participar en un programa de concursos que visita las provincias y es conducida por una celebridad (Mónica Bellucci).
De tono y espíritu impresionista –que en algo me recordó a la mexicana Los insólitos peces gato (2013), de Claudia Saint-Luce–, la película deja muchos cabos sueltos sobre la relación entre los personajes: las dos hijas menores son apenas lindas figurantes, no se explica exactamente el papel de una chica que parece vivir con la familia, ni tampoco se justifica el desempeño de un joven delincuente rehabilitado. Le meraviglie es simpática a ratos, pero uno sospecha fue objeto de una promoción de última hora y subida a la competencia, tras haber sido seleccionada quizá para Una Cierta Mirada.
Con un par de excepciones –la británica Mr. Turner, la turca Winter Sleep–la programación ha dado la impresión, hasta el momento, de haber sido armada con desesperación.
Por cierto, hoy fue, por coincidencia (?) el día del cine argentino, pues se exhibieron, casi al mismo tiempo, El ardor, de Pablo Fendrik (en función especial); Jauja, de Lisandro Alonso (en Una Cierta Mirada), y Refugiado, de Diego Lerman (en la Quincena de los Realizadores). Al fin que ni queríamos.
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