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De nuestras Jornadas

Elizabeth y Cuauhtémoc; Yunes y el señor de los moches

C

amarillas, más que órganos de representación ciudadana, resultan los partidos políticos. Diferencias ideológicas son vistas como anacronismos propios de la disputa decimonónica entre juaristas y la curia católica; panistas y priístas, en sus métodos y propósitos, se aproximan cada vez más hasta hacerse invisible la línea que los separa.

Primero, el encubrimiento del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la oronda y tóxica figura de Cuauhtémoc Gutiérrez. Sin ser destituido, pues está de licencia, el líder se defiende argumentando ser víctima de linchamiento cuando en realidad el príncipe de la basura encabeza a su vez otra contracampaña de desacreditación contra las mujeres afectadas en lo moral y social por su red de prostitución y contra los periodistas que destaparon las condiciones de esclavitud sexual a las que forzaba a sus empleadas.

En esa extraña red de complicidad destaca el silencio del sector femenil del PRI que, al menos en defensa propia, ya hubiera hecho algún pronunciamiento.

Ahí esta la presidenta del Comité Directivo Estatal, Elizabeth Morales, la única mujer en el país con dicho cargo. Tal vez porque fuera tocada de refilón por las andanzas jarochas de Cuauhtémoc, parece más preocupada por sobrevivir políticamente hasta llegar a los tiempos de elección de candidatos a diputados que pagar el costo de un tropezón en caso de asumir una posición pública en defensa de aquellas agraviadas.

Otro caso es el fracasado intento de restauración del calderonismo vía Ernesto Cordero, que perdió frente al señor de los moches, Gustavo Madero. Ambos representan lo mismo: simulación, pragmatismo y cinismo en aras de ganar a cualquier costo.

Hace tiempo que el Partido Acción Nacional perdió aquella vena democrática y de oposición para convertirse, en Veracruz, en un partido dividido entre dos visiones, ambas vendidas y funcionales de una u otra forma al PRI.

Lo curioso es que el clan que encabeza el furioso antipriísta Miguel Ángel Yunes Linares festina como suyo el triunfo del pactista Madero. Todo por ganar. Al final, corderistas y maderistas jarochos se pondrán de acuerdo. ¿Y los militantes? A esperar elecciones y ver cómo se reparte el pastel arriba.