Sábado 24 de mayo de 2014, p. a16
El nuevo disco de John Adams y Gustavo Dudamel es una acción artística en defensa de las mujeres que padecen maltrato.
Es también un himno contra la opresión, un discurso sonoro en favor de los pobres, los desprotegidos, una bandera para los que anhelan una sociedad mejor, un aliciente para los luchadores sociales.
The Gospel According the Other Mary (El Evangelio según la Otra María, que no es otra que María Magdalena) es un oratorio monumental, distribuido en un álbum de dos discos compactos Deutsche Grammophon, sello disquero al que está adscrito el director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel, quien dirige en esta grabación fenomenal a la Filarmónica de Los Ángeles, donde el compositor John Adams es autor residente.
Al revisar el contenido, la estructura y la orientación del libreto, escrito por un genio, el máximo director de escena en el mundo actual: Peter Sellars, uno piensa de inmediato en José Saramago, cuyo Evangelio según Jesucristo se ocupa –más allá de haber causado miedo y enojo en el imperio católico– del sentido social subversivo que atañe la historia bíblica del personaje Jesús.
El libreto está compuesto de una serie de fragmentos de obras literarias de vario linaje que aportan la atmósfera, el sentido y jiribilla para cada momento dramático. En la escena primera del primer acto, el coro recita versos tomados del libro The Long Loneliness: The Autobiography of Dorothy Day.
Ella, Dorothy Day (1897-1980) fue una ferviente integrante de la Iglesia católica pero desarrolló un claro activismo en favor de los pobres, por lo que fue considerada una anarquista cristiana
, sufrió persecución por su clara orientación en busca de justicia social.
La nueva obra de John Adams y Peter Sellars se inicia en la cárcel, en una de cuyas celdas una mujer grita maldiciones, presa de una sobredosis de heroína. En la misma crujía están María Magdalena y su hermana, Martha, quienes han sido apresadas por participar en una protesta cívica en favor de los derechos humanos.
María y Martha crearon un albergue para mujeres desempleadas, golpeadas o perseguidas. Ellas y su hermano menor, Lázaro, son los únicos tres personajes de este oratorio. El resto, incluyendo a Jesús de Nazareth, es interpretado mediante un recurso genial: un trío de contratenores.
Es momento de aclarar que no estamos frente a música religiosa
, sino ante una obra que gira al contrario del género Pasión
, cuyo modelo canónico es la obra maestra de Johann Sebastian Bach que tituló La Pasión según San Mateo.
John Adams y Peter Sellars van más allá, muy lejos: rompen las barreras de los géneros para establecer parámetros inimaginables: es una ópera, es un oratorio, es una partitura monumental, intensa, fascinante. Una obra maestra que pide, por su calidad y altos logros, nuevas maneras de ser nombrada: dramaturgia sonora, propongo.
El uso adecuado de las armonías. En eso consiste la estrategia de John Adams, quien por cierto con esta nueva obra termina por aplastar el mote de compositor minimalista
con el que intentaron limitarlo en obras anteriores.
Una asombrosa variedad de materiales melódicos, rítmicos, la creación de atmósferas sorpresivas, la asignación de matices, tonos, altos contrastes, dotan a la obra entera de tal intensidad que el escucha no puede despegarse de su asiento.
Hay escenas de una belleza inenarrable, como ese momento del primer acto donde el coro canta en español versos de Rosario Castellanos (En un día de amor yo bajé hasta la tierra:/ vibraba como un pájaro crucificado en vuelo/ y olía a hierba húmeda, a cabellera suelta,/ a cuerpo traspasado de sol al mediodía) y dota de un aire de sensualidad, erotismo y pasión a la atmósfera imperante.
Por cierto, los personajes aquí no obedecen a los asignados en los textos de la historia convencional. Para empezar, María Magdalena no es la prostituta arrepentida que suele aparecer por doquier, sino una militante, una activista social, una mujer que encabeza la lucha en favor de las mujeres y contra el maltrato.
Entre los muchos valores de esta pieza magistral, hay que subrayar que rescata el género operístico de las típicas situaciones operísticas
que muchas veces incurren en el absurdo y el ridículo.
La verosimilitud abre paso a la imaginación. Jesús resucita a Lázaro, ironiza Peter Sellars, como un ensayo de su propia resurrección
, en la escena final del segundo acto y de la obra entera, luego de un viaje de encantamiento donde escuchamos fragmentos literarios de autores intensos y diversos como la gran poeta Louise Erdrich (Minnesota, 1954), en particular su poema Mary Magdalene, pleno de carnalidad, enaltecido de espíritu. Momento culminante: su poema Orozco’s Christ, inspirada en el mural de José Clemente Orozco, donde Jesús baja de su cruz y con un hacha la reduce a astillas, mientras la música trema.
Un poema de Primo Levi, otro de Rubén Darío, uno de June Jordan y citas bíblicas atribuidas a los evangelistas Isaías, Lucas, Juan, Marcos y Mateo, completan el entramado.
John Adams, Peter Sellars, Gustavo Dudamel. La Pasión según la otra María.
Estamos frente a un suceso histórico.