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Publican un libro que recoge la trayectoria del pintor en esa corriente artística

El muralismo desaparece; es como borrar la historia: García Bustos

Si los artistas recibieran encargos, entonces florecería, expresa a La Jornada

Hace falta que se sienten de nuevo a marcar un muro, que no se lo lleven los coleccionistas; hay muchos espacios en el Metro, en las oficinas de gobierno y las universidades para plasmar la cultura, sugiere

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Vista parcial del mural que Arturo García Bustos pinta en la cochera de su casa ubicada en la delegación CoyoacánFoto Yazmín Ortega Cortés
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Detalles del mural que el artista pintó en Atencingo, Puebla, hoy destruido. Imágenes incluidas en el libro Arturo García Bustos: en el espacio mágico del muralismo mexicanoFoto Héctor García
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Pobladores de las siete regiones de Oaxaca, 1966, fresco de Arturo García Bustos que permanece en la Sala de Etnografía de Oaxaca, del Museo Nacional de Antropología. Imagen incluida en el libro Arturo García Bustos: en el espacio mágico del muralismo mexicano, publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las ArtesFoto Francisco Kochen
 
Periódico La Jornada
Martes 27 de mayo de 2014, p. 4

Un pincel dura una eternidad, dice el muralista Arturo García Bustos, quien se encuentra rodeado de decenas de esas eternidades en su casa/taller/estudio que comparte con su esposa, la pintora Rina Lazo.

García Bustos nació en la ciudad de México en 1926 y desde muy pequeño descubrió lo que después se convertiría en su pasión, gracias a las caminatas por las calles y edificios del Centro de la ciudad.

Llegaba yo impresionado de ver a los muralistas, y pintaba las paredes de mi casa con pinceles mojados en agua que luego se borraban para que no me regañaran mis hermanas mayores. Y así poco a poco llegó a la pintura, al mural, al grabado.

La charla con La Jornada tiene un motivo específico, la publicación del libro Arturo García Bustos: en el espacio mágico del muralismo mexicano, que será presentado el próximo jueves a las 19 horas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Antes de pasar a su estudio para la entrevista, tuvo lugar una conversación con la maestra Lazo. Su voz es la que el lector encontrará en cursivas en los párrafos siguientes.

Dedicado desde siempre al arte, García Bustos subraya que la creación, ya sea en pintura, poesía, música, danza es la salvación del mundo. Por eso todavía vive el pueblo mexicano, porque son artistas, tienen mucho talento, hacen cerámicas, puertas. Todo eso es arte, y lo hacen con pasión, con gusto.

Está sentado en una silla. Detrás de él, el cuadro de una mujer sentada, dormida, recargada sobre su brazo derecho: es un estudio de una parte de lo que ya comienza a verse en la entrada de su casa, en pleno centro de Coyoacán: un mural.

El tema es la conquista de México en el primer muro; en el segundo, la grandeza de la cultura prehispánica y en otro las gentes que he conocido y con las que he vivido y que fueron tan importantes en mi vida y en los que ya se encuentran las imágenes de Diego Rivera y Frida Kahlo. De ambos fue alumno en distintas épocas.

García bustos participó en el Taller de la Gráfica Popular, y pintó murales en el Museo Nacional de Antropología, la estación Universidad del Sistema de Transporte Colectivo Metro, las escaleras del Palacio de Gobierno de Oaxaca, en la Casa de Cultura de Azcapotzalco, todos ellos incluidos, junto con los que ha pintado, en el libro Arturo García Bustos: en el espacio mágico del muralismo mexicano, con textos de Miguel León-Portilla, Andrés Henestrosa, Ricardo Pérez Escamilla, Carmen de la Fuente, Eduardo Matos Moctezuma y el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles.

Arturo García Bustos cumplirá 88 años el próximo 8 de agosto y sigue pintando. No quiero parar de pintar. Ahora la publicación del libro, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), es el pretexto para reflexionar sobre la circunstancia actual del muralismo mexicano.

Está desapareciendo fundamentalmente por la falta de encargos. Los artistas quedaron sin encargos, y eso creo que es una campaña para decir que el muralista no es importante, querer borrar la historia. Debería haber encargos para los artistas y florecería el muralismo.

Otro asunto que ha jugado en contra del muralismo es el mercado, el comercialismo como lo llama don Arturo. Los artistas se preocupan más por vender, pero son contados los que logran un alto precio por su obra: De los miles de artistas que hay, en realidad si sale uno quedan varios miles fuera de esa ilusión del comercio. Eso ha sido una cosa nociva; además, campañas que han venido sufriendo las direcciones artísticas que esperamos que ya se corrijan.

(Vivir de la pintura no es fácil sobre todo si uno quiere hacer pintura mural. La mayoría de los pintores viven de sus cuadros de caballete, en las galerías, pero en aquella época todos los pintores estábamos apasionados por la pintura mural y no había muchas galerías: había tres en la ciudad de México.)

Perjuicios de la globalización

Se necesitan encargos de las oficinas de gobierno, que los funcionarios piensen en cumplir su tarea y la ilustren con formas y colores, prosigue García Bustos, y que los artistas recuperen el compromiso social.

“Creo que la globalización ha cambiado mucho los intereses y el hecho de que está lavado el cerebro de las personas. Yo sufro por mi nieto, por ejemplo, que ve tanta televisión, que no está participando como a mí me tocó.

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Un pincel dura una eternidad, dice Arturo García Bustos a La Jornada, en su casa/taller/estudio de Coyoacán que comparte con su esposa, la pintora Rina Lazo. El artista hace patente su preocupación por la circunstancia actual del muralismo en MéxicoFoto Yazmín Ortega Cortés

Para mí fue un momento distinto, donde no había guerra en grande y la educación se preocupaba por ver que México fuera otra cosa. Todos estos jóvenes que fueron mis maestros eran gente muy distinta. La preocupación en el Taller de la Gráfica Popular era que nuestras obras llegaran a las manos de los campesinos que completaran sus peticiones, sus historias. Todo eso se perdió, pero a lo mejor todavía lo tenemos.

(Lo que importaba era hacer mural o grabados para los sindicatos o para las manifestaciones obreras para el pueblo; esa idea la tiene todavía mucho Arturo en la cabeza: que su obra la hace para que la vea todo mundo, para que la vea el pueblo y que aprendan o que se recuerde también la historia. Ha sido una de las tareas que le han apasionado, pintar la historia, para que siga viva, para que sea nuestra base y que nuestra raíz no se pierda.)

–El movimiento muralista en México fue una de las consecuencias de la Revolución. ¿Necesita-ríamos un movimiento igual?

–Claro, cuando lo haya volverá otra vez, eso seguro. Sí hacen falta cambios grandes.

(Necesitaríamos un movimiento social o algo que no fuera tan individual, porque el cuadro de caballete es un cuadro individual, la pintura mural es una pintura que da, que va para afuera que no tiene interés económico, el problema es que ahora los artistas se preocupan muchos por el precio en que van a vender sus cuadros, y la pintura mural siempre se hizo por muy poco dinero. Es falso que se diga que Rivera tenía dinero porque vendía caro, vendía pero sus cuadros de caballete, pintaba mucho para tener dinero para sostenerse mientras pintaba murales.)

–¿Cuál ha sido su gran pasión: el grabado, el mural, el retrato...?

–Mi gran pasión es el pueblo de México. En realidad los dos lenguajes que utilicé son precisamente multirreproducibles y no son para un coleccionista, son para el pueblo de México: esa ha sido la gran preocupación.

“Hace falta que los artistas se sienten de nuevo a marcar en un muro, que no se lo puedan llevar los coleccionistas, que ese muro tenga el espíritu del artista, el mensaje que éste quiera dar al público y que el público pueda encontrarlo, que aparezca ese muro de pronto y cause sorpresa, que quien lo vea diga: ‘esto me interesa’. Para eso hay muros en el Metro, en las oficinas gubernamentales, los de la Secretaría de Educación Pública ya están pintados, pero todavía hay muchas escuelas, muchas universidades que deben tener sus espacios, sus muros, hablando de cultura, hablando de la utilidad de sus enseñanzas”.

(Nuestra vida ha sido alrededor del arte. Nuestra pasión es la pintura. Él ha tenido dos pasiones: el grabado primero, como miembro del taller de Gráfica Popular, y la pintura mural después, aunque siempre hizo pintura mural y grabado al mismo tiempo se dedicó más después a la pintura mural y hasta la fecha, ya vez que aquí en la entrada está pintando el mural, y creo que eso nos ha tenido siempre vivos y felices porque estamos siempre metidos en lo que es el arte.)

–¿Por eso le interesan los murales?

–Sí, esa es la característica de la pintura mural, sale al encuentro de la vida y entonces no necesita ser un coleccionista el que encuentre virtudes o utilidad a la pintura. Quiero que la emoción que me causó el tema histórico o personal se transmita y que no tenga precio.

El artista deja el alma en un mural, pero también en un dibujito. He pintado unos 12 o 13 murales, debí haber pintado muchos más pero no me los concedieron. Al menos uno de esos murales fue destruido, el de Atencingo, Puebla. (Ese mural existe porque Héctor García tomó fotografías, de lo contrario se habría perdido por completo. Queda en las imágenes.)

De la cantidad de cuadros que ha pintado García Bustos no hay un número aproximado. Se han perdido muchos que se quedan por ahí o se traspapelan o tantas cosas pasan que no tengo la menor idea, pero sí son bastantes, entre ellos dos que están en el estudio: el de su hermana, que pintó cuando él tenía 16 o 17 años, el de Ruth María, nieta de Diego Rivera, que da pecho a su hijo, o el de unas magnolias con el reciente eclipse de Luna: El consejo de familia me dice que debe ser más roja esa Luna. Les vamos a hacer caso.