Proyectan una selección de 13 videos de la constructora de imágenes
, en el ciclo Foco
No veía la obra de mi padre estática sobre el papel, sino en el proceso de nacer, dice a La Jornada
Miércoles 28 de mayo de 2014, p. 6
Nací en la imagen en movimiento justamente al ser hija de José Luis Cuevas
, expresa la videoartista Ximena Cuevas (1963).
“No veía la obra de mi papá estática sobre un papel, sino en el proceso de nacer, cómo creaba las figuras.
Desde niña estaba pegadita a su mesa de dibujo, fascinada de ver esas líneas con vida propia de alguna manera. También jugaba mucho con él respecto del movimiento, a que hiciera dibujitos en las manos o en los dobleces de las piernas o los brazos, para que éstos tuvieran vida
, explica en entrevista con La Jornada, con motivo de una selección de 13 videos que hoy serán proyectados en el Centro de Cultura Digital, dentro del ciclo Foco.
Cinéfila desde pequeña, Ximena Cuevas recuerda haber acompañado a su padre a ver películas, por ejemplo, de Buster Keaton o Freaks, de Tod Browning. De allí que su carrera, primero en el cine y luego como videoartista, vino de una manera muy natural. A las 16 años ya trabajaba en la Cineteca –allí se enamoró del olor de celuloide–, donde reparaba
películas.
“Era la época de Margarita López Portillo. Había una persona de (la Secretaría de) Gobernación que decía ‘marca’ y esas marcas eran lo que quedaba fuera de la película”. Ximena también hacía fichas técnicas de los filmes, para lo que se le daban los rollos con los créditos, el primero y el último, pero a ella le correspondía recrear lo que había pasado en medio: un ejercicio que le encantó.
Trabajó varios años en la industria del cine como asistente de dirección, directora artística, continuidad y doble de luces. Colaboró con personajes como John Houston, en Bajo el volcán (1984), y Arturo Ripstein, en Mentiras piadosas (1988). Sin embargo, a la hora de querer hacer su propia película se dio cuenta de que no tenía ningún talento burocrático para convencer a alguien que mi sueño costaba un millón de pesos o de dólares
.
La libertad del juego
Para Ximena Cuevas el cine “nunca tuvo que ver con una cosa del poder, sino más con la libertad del juego mismo que me había enseñado mi papá desde niña.
No voy a ser una amargada de 30 años, con mi proyecto de cine imposible bajo el brazo
. Entonces, me compré una cámara de video para hacer, por entrenamiento de mi papá, un cuaderno de apuntes
, porque “cualquier artista tiene que entrenar su oficio.
Veía a mi papá, todos los días de su vida, dibujar a partir de las siete de la mañana. Para mí esa era la formación. Dije, necesito una cámara para entrenar mi ojo y ver de qué manera narro
.
Un tema latente en la obra de Ximena es el individuo vulnerable ante los poderes
. En Antes de la televisión (1983) –aun en superocho– la entrevistada es devorada por una aspiradora. En Cinépolis (2003), México es engullido por toda la invasión de Estados Unidos
.
Otro tema es la no frontera entre ficción y realidad, que también viene de haber crecido con personas que siempre sa-lían en la televisión y de pronto las veías en la casa. Asimismo de un país en el que nunca sabes si lo que ves es real
.
Si la obra de Ximena Cuevas resulta poco conocida en México se debe, precisamente, por ser hija de mi papá
, circunstancia con dos caras
, pues, por un lado, te abre puertas
, pero, por otro, también te las puede cerrar o pueden disminuir porque es la comparación
.
Luego de producir Medias mentiras (1995), la artista empezó a mover su obra fuera del país. Los trabajos son los que hablan y que han encontrado un lugar, donde ni es mi nombre ni mi persona
, asegura Ximena, cuya obra figura en las colecciones del Museo de Arte Moderno, en Nueva York, y el Museo Pompidou, en París.
La selección de videos de esta constructora de imágenes
, a cargo de Mara Fortes, se proyectará este miércoles de 20 a 22 horas, dividido en dos programas, en el Centro de Cultura Digital, (Paseo de Reforma s/n, esquina calle Lieja, colonia Juárez). Entrada libre.