La relección: dictadura partidocrática
n estos tiempos, a la vez que se organizan festejos de la lucha iniciada en 1910, sufrimos la declinación de la ideología de la Revolución Mexicana. A la vez que en la Constitución se desmontan los artículos que expresaban los ideales revolucionarios, en la población cambia poco a poco la reivindicación de esos valores. Sin embargo, hay algunas creencias que están en el imaginario y no han podido ser desterradas; una es la relección. Recordemos que desde 1911, con la lucha de Madero, la no relección se convirtió en una bandera de la Revolución.
Con la reciente reforma política, a partir de 2015 senadores y diputados federales y locales podrán durar en su cargo hasta 12 años consecutivos. El texto que reformó el artículo 59 de la Constitución estipula que los diputados podrán relegirse tres periodos y los senadores uno, sin establecer mayores reglas de transparencia del trabajo legislativo ni otros mecanismos de rendición de cuentas. Así, se eliminará la restricción impuesta en 1933 para prohibir la relección inmediata de legisladores. La relección en el nuevo texto se justificó con la idea de crear una dinámica que permitiera la premiación o el castigo de la labor del legislador. Sin embargo, no se establecen los mecanismos idóneos para asegurar que sea posible que la gente haga una evaluación real.
Ante ello, las justificaciones al cambio de la ley caen en un vacío que, a su vez, dan sustento al escepticismo de los ciudadanos; no es gratuito que siete de cada 10 zacatecanos estén en contra de todo tipo de relección. Este escepticismo es perfectamente racional.
El imaginario del pueblo de México en materia de relección sigue vigente, sólo que la dictadura es de perfil especial, de una casta política que sobrevive en aquello que se ha llamado la partidocracia
. Estamos ante una relección que se identifica con la naciente dictadura partidocrática y no tiene relación con la profesionalización de los servidores públicos ni con la rendición de cuentas.