La conferencia del filósofo suizo inauguró el seminario por los 20 años del Cenart
Viernes 20 de junio de 2014, p. a13
El escritor y filósofo suizo Alain de Botton (Zurich, 1969) se ha erigido en años recientes en uno de los más fervientes defensores del poder terapéutico del arte a escala mundial, a partir de su convencimiento de que ayuda a los individuos y a las sociedades a sentirse mejor.
El arte toca muchas cosas de nuestra naturaleza. No debemos temer ni sentir pena por aceptar que tiene un sentido utilitario: ayuda a vivir y morir mejor
, sostuvo ayer el director de La Escuela de la Vida, institución ubicada en Londres, en la que se ofrece un nuevo modelo de educación.
El arte, en sí mismo, cumple esa función como terapia, aunque a los artistas no les guste admitirlo de forma abierta. Es un tema sobre el cual no se ha discutido lo suficiente, pero sin duda ésa, la terapéutica, es una de sus funciones primordiales: nos permite recordar nuestra humanidad, nos hace sentir menos desolados y más fuertes en medio de esta oscuridad en la que vivimos
.
Alain de Botton ofreció la conferencia inaugural del seminario Arte y Ciencia: Terapia y Pathos en el Arte, encuentro internacional organizado por el Centro Nacional de las Artes (Cenart) para conmemorar su vigésimo aniversario, foro que concluye hoy.
El especialista puntualizó las funciones del arte, entre las que destaca que ayuda a preservar la memoria, impulsar la comunión, encarar los miedos, encontrar el balance de la persona y a mantener la esperanza.
Respecto de este último aspecto, aclaró que resulta imposible ignorar u olvidarse de la terrible realidad del mundo contemporáneo, pero “el arte nos muestra una cara más amable, pero sobre todo nos incita a no rendirnos ante la desesperanza.
El arte es muy útil porque sufrimos. Es el lugar al que podemos ir con nuestra tristeza, un amigo al que podemos acudir cuando algo falla allá afuera. Nos muestra que no estamos solos ante nuestras desgracias
.
El lado oscuro
Después de su participación, De Botton, cuyos libros son bestsellers en más de 30 países, admitió en breve charla que el arte puede tener también su lado oscuro y ser utilizado como arma negativa o mala influencia.
Como ejemplo citó el caso de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, en la que el régimen de Hitler se valió de diversas expresiones artísticas para sustentar ante el pueblo alemán las supuestas virtudes de la gesta armada e inculcarle la idea de superioridad respecto de otras naciones.
Otros casos que mencionó fue el del asesino de John Lennon, Mark David Chapman, quien al momento de cometer el crimen llevaba bajo su brazo la novela El guardián en el centeno, de J.D. Salinger, y el de Charles Manson, quien en 1969 perpetró una de las más famosas masacres de la historia por interpretar a su manera el Álbum blanco, de Los Beatles.
Claro que el arte puede ser un arma negativa, pero sólo en gente trastornada de sus facultades mentales
, precisó el filósofo, quien en la plática y su conferencia se mostró como firme opositor de los museos.
Uno de sus principales argumentos es que esos espacios están consagrados a exaltar, fetichizar la figura de un objeto único y, con ello, hacerlo muy remoto para la mayoría de las personas, incluso inaccesible e irreal.
Otro factor tiene que ver con la manera en que están organizados, en orden cronológico, a lo cual consideró muy tonto
, pues, a su parecer, la distribución idónea sería la que ayude a las personas a enfrentar los desafíos de la sique.
De tal manera, su museo ideal debería contar con una sala de la ansiedad, del amor y de la calma, aunque reconoció que el arte no debe estar prisionero
, menos en estos tiempos en que existen reproducciones exactas que nos pueden acompañar hasta en las cocinas.