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En su primer discurso, agradece a su padre por haber logrado la conciliación del país

En una España unida y diversa cabemos todos: el rey Felipe VI

En un gesto hacia los nacionalistas, el monarca habla en castellano, euskera, catalán y gallego

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En una ceremonia austera celebrada ayer en el Congreso de los Diputados fue coronado Felipe VI como nuevo rey de España, y dirigió su primer discurso a la naciónFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 20 de junio de 2014, p. 21

Madrid, 19 de junio.

Felipe VI fue proclamado este jueves rey de España en sucesión de su padre, Juan Carlos de Borbón, quien a su vez heredó el cargo de jefe del Estado español del dictador fascista Francisco Franco (1939-1975). Con el acto solemne de coronación en las cortes generales se realiza el primer traspaso de poderes desde la instauración de la monarquía parlamentaria en España, con la aprobación de la Constitución de 1978.

Un dispositivo de seguridad blindó el centro histórico de Madrid, para lo que se movilizaron siete mil policías que cercaron la zona de la ceremonia y del paseo real; helicópteros, la guardia real y aviones militares vigilaron la ceremonia.

También asumió como reina de España Letizia Ortiz Rocasolano, ex periodista de 41 años, quien al casarse con el príncipe rompió una férrea tradición española por no ser de la nobleza y, además, divorciada.

La ceremonia de proclamación tuvo sólo dos discursos. El primero estuvo a cargo del presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada, quien después cedió la palabra al nuevo jefe de Estado, quien reconoció que España sufre desde hace un lustro una de las peores crisis económicas de su historia con cada vez mayores tasas de pobreza, desnutrición infantil y el rechazo de la sociedad hacia las instituciones y la clase política por numerosos casos de corrupción.

Con este panorama se presentó el nuevo monarca ante las cortes, a las que llegó custodiado por caballeros de la guardia real, que flanqueaban el Rolls Royce Phantom IV negro que compró Francisco Franco en 1948. Felipe llegó acompañado de su esposa y sus dos hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, quienes estuvieron en el estrado de honor donde el monarca pronunció su histórico discurso.

El patrimonio nacional, el sitio oficial del Palacio Real de Madrid, explicó que la corona, fabricada en plata y que pesa un kilo, tiene carácter simbólico y no se creó para ser colocada en la cabeza. Durante la ceremonia, tanto la corona como el cetro estuvieron sobre un cojín granate bordado en oro. Felipe, de 46 años, vistió uniforme de gala del ejército.

Los recientes escándalos de la familia real, como el caso de corrupción en que se vio envuelto Iñaki Urdangarin, esposo de la ahora ex infanta Cristina, y el viaje de caza de Juan Carlos a Uganda, en 2012, también influyeron para que se optara por una ceremonia austera, en vez de una coronación formal.

Juan Carlos de Borbón ciñó a la cintura de su hijo una faja de seda roja con borlas, propia del capitán general de los ejércitos, como símbolo del traspaso de poderes.

El Congreso de los Diputados estaba repleto de líderes políticos y presidentes de las 17 autonomías del país. Casi todos aplaudieron la llegada y el discurso del nuevo rey. La excepción fueron los gobernantes de Cataluña y el País Vasco, Artur Mas e Íñigo Úrkullu, respectivamente, que prefirieron no aplaudir como gesto simbólico de que su presencia ahí era una cuestión de respeto institucional, pero que eso no impedirá mantener su agenda política. En el caso de Cataluña, por ejemplo, el próximo 9 de noviembre celebrará una consulta ciudadana por la independencia.

Después de jurar la Constitución, Felipe VI agradeció a su padre, Juan Carlos, por su excepcional legado, en el cual se construyeron los cimientos de un edificio político que logró superar diferencias que parecían insalvables, conseguir la reconciliación de los españoles, reconocer a España en su pluralidad y recuperar para nuestra nación su lugar en el mundo.

El discurso del nuevo monarca intentó ser conciliador con todas las naciones históricas españolas, que tienen cultura e idioma propios, y un añejo sentimiento independentista. En un gesto hacia estos nacionalismos, Felipe VI habló en los cuatro idiomas oficiales de España: castellano, euskera, catalán y gallego.

El rey no se refirió directamente a la consulta para que la población se pronuncie sobre convertir a España en república, exigida por cientos de miles desde el anuncio de la abdicación de su padre, el pasado día 2, y defendió con vehemencia el actual modelo porque la monarquía parlamentaria puede y debe seguir prestando un servicio fundamental a España.

También se refirió, aunque veladamente, al clamor por limpiar de corrupción y abusos las instituciones públicas, que viven su peor grado de aceptación entre la ciudadanía y que afecta por igual a la casa real, al gobierno y los partidos políticos.

La corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza, y para ello, velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente. Estas palabras recordaron la ausencia en el acto de su hermana Cristina, investigada por un caso de corrupción en el que está involucrado su esposo.

Finalmente, el rey envió un mensaje de unidad: en esa España, unida y diversa, basada en la igualdad, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos; caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español. Porque los sentimientos, más aún en los tiempos de la construcción europea, no deben nunca enfrentar, dividir o excluir, sino comprender y respetar, convivir y compartir. Y esa convivencia la debemos revitalizar cada día, con el ejercicio individual y colectivo del respeto mutuo y el aprecio por los logros recíprocos. Debemos hacerlo con el afecto sincero, con la amistad y los vínculos de hermandad y fraternidad que son indispensables para alimentar las ilusiones colectivas.

El presidente catalán, Artur Mas, explicó después de la ceremonia que su negativa a aplaudir el discurso del monarca se debió a que Felipe VI no dice nada nuevo y podría haber hecho un discurso acorde con los tiempos que estamos viviendo. Así que mi gesto de respeto institucional no está en no aplaudir, está en venir.

Después del discurso, los nuevos reyes de España se trasladaron en un descapotable al Palacio Real, en un paseo al que acudieron miles de personas, pero no hubo calles repletas; ni siquiera se llenó la Plaza de Oriente, donde salieron al balcón del Palacio para saludar a sus seguidores.

Felicitaciones de México, EU, China, Rusia, Francia y Japón

A lo largo del día, el rey Felipe VI recibió felicitaciones de numerosas personalidades y dirigentes políticos del mundo, entre ellos las de los presidentes de México, Enrique Peña Nieto; de Estados Unidos, Barack Obama; de China, Xi Jinping; de Rusia, Vladimir Putin; de Francia, François Hollande, y del emperador Akihito, de Japón.

La felicitación más polémica fue la que expresó en Facebook la escritora chilena Isabel Allende. Al día siguiente del triunfode la selección chilena frente a España, la autora de La casa de los espíritus escribió: En Chile todavía estamos celebrando la victoria de 2 por 0 contra España en el futbol. Pero España está celebrando con alegría a su nuevo rey, Felipe VI, que llega al trono como un soplo de renovación, trayendo esperanza en medio de la crisis económica y social que vive el país. ¡Felicitaciones a mis compatriotas y a mis amigos españoles!

En España queremos un referendo, somos muchos los que queremos una república, acabo de darme cuenta de que no estás muy enterada de la realidad de España, infórmate, escribió el usuario Domingo Gómez Pérez.