ste 22 de junio se cumplieron 28 años de la mano de dios, el gol imposible que Diego Armando Maradona le metió a Inglaterra en el estadio Azteca, en cuartos de final del Mundial México 1986.

Lo celebró agarrándose en duelo verbal con los Grondona, padre e hijo, dueños del futbol argentino desde hace 40 años. Julio Grondona, el papá, dijo el sábado que la albiceleste ganó a Irán en el último suspiro gracias a que Maradona salió del estadio minutos antes de que Messi marcara el gol de la victoria.

“Se fue la mufa (gafe o mal fario) y ganamos”, dijo el hombre que llegó para mandar en el balompié argentino de la mano de la dictadura militar más sangrienta de América Latina. Lo secundó poco más tarde su hijito, quien se encamina a ocupar el trono de su papá cuando éste así lo decida.

Maradona dirigió su artillería contra el vetusto dirigente, que además es vicepresidente de la FIFA casi desde que el organismo nació.

Pobre estúpido, lanzó El 10 en su programa de televisión De Zurda, en la venezolana Telesur (también puede verse en el portal electrónico de La Jornada), mientras mostraba el dedo corazón de su mano izquierda. Quiero decirle a Grondona, que dijo eso, que lo que tengo puesto me lo gané trabajando, lo que tiene puesto él se lo compró con la FIFA, remató el zurdo inolvidable.

De la selección que entrenó sin éxito en Sudáfrica 2010, Maradona no se mordió la lengua: Es una Argentina que todavía no encuentra el rumbo.

Portugal, en crisis

La bisoñez de los estadunidenses dio oxígeno a una selección portuguesa que no levanta vuelo. Deprimido y fuera de forma Cristiano Ronaldo, los lusitanos estuvieron a un minuto de seguir el camino de España para dejar a la península ibérica futbolera noqueada.

Nada está cerrado en ese grupo, donde en la última jornada se verán dos duelos definitivos: Alemania-Estados Unidos y Ghana-Portugal. Quien tenga lana y ganas de arriesgar, ahí tiene dos buenos platos.

Este lunes el Tri va contra Croacia. Partido no apto para cardiacos. México pasa a octavos con empatar y los croatas ganan o se van. En Recife, donde se jugará el decisivo partido, llueve torrencialmente. Falta ver cuál de los dos equipos resentirá más las condiciones climáticas.

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