Miércoles 25 de junio de 2014, p. 7
Santos, 24 de junio.
El entrenador Miguel Piojo Herrera es la gran atracción de México en el Mundial por el show que ofrece en cada partido y por resucitar a un equipo que generaba burlas antes de Brasil 2014.
El entrenador lo avisó desde antes del torneo: aunque vista de traje, entre sus prioridades no está guardar la compostura.
Con el silbatazo inicial, el menudo y orondo técnico entra en ebullición. Sus fotos explotando con cada gol, espoleando a sus jugadores y rebelándose contra las injusticias arbitrales que ha sufrido el Tri dieron la vuelta al mundo.
En las redes sociales los memes, animaciones y montajes donde Herrera celebra en el suelo, salta descompuesto y grita goles como si estuviera al borde del llanto, han tenido un éxito demoledor. Un Piojo como personaje de anime japonés lanzando rayos furiosos, Piojo montado en el dragón de la Historia sin fin o el Piojo contorsionándose de ira porque el árbitro no marcó la mano en el área del jugador croata son algunas de las imágenes más populares en Twitter y Facebook.
Si pudiera, Herrera cruzaría la raya y jugaría con zapatos el Mundial que se le escapó en el último momento como futbolista, precisamente por su fuerte carácter.
Como no puede salir del área técnica, son sus pupilos los que corren a abrazarlo o directamente a saltar encima de él.
Infundió fe y confianza
El triunfo 3-1 ante Croacia del lunes, que dio a México el boleto a octavos, ha acabado de contagiar a los jugadores de la fe del Piojo, al que siguen con los ojos cerrados.
Herrera tomó en octubre al equipo cuando se asomaba al abismo de su primera ausencia mundialista en 24 años.
Muchos aficionados de la zona de Concacaf hicieron mofa al ver tambaleándose al antiguo gigante de la región. El último tren del repechaje llegó casi de milagro.
Pero llegó el apasionado Piojo y lo puso todo al revés. Primero propinó una inyección de confianza a los seleccionados para arrasar a Nueva Zelanda en la repesca y después se volcó a una campaña sin precedentes en la televisión y Twitter para que la afición volviera a creer en ellos.
No sólo lo logró, sino que ha contagiado su entusiasmo desbordado que se observa cada que el Tricolor acierta o es víctima de una mala decisión arbitral. Herrera devolvió la fe y le puso color a esta selección.