Opinión
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México SA

FMI: sueño mexicano

Lagarde reparte piropos

Inspiración y realidad

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e plano se niegan a ver hacia abajo. Arribó la señora Cristina Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, y con la mano en la cintura le dio por soltar frases de colección, entre las que destaca la siguiente: México puede convertirse en una inspiración para que el resto del mundo se atreva a soñar.

¡Zas! No cabe duda de que la cabeza visible del FMI se informó sobre la situación del país por medio de algún folleto de promoción turística y/o de los muchos discursos del ministro del año, es decir, con datos lo más distantes de la realidad mexicana.

¿Puede ser México una inspiración para el mundo, cuando sus políticas públicas mantienen en la pobreza y la miseria a 61 millones de personas, es decir, más de la mitad de su población total? ¿Puede serlo cuando sólo dos de cada diez mexicanos son considerados como población no pobre ni vulnerable? (la información es del Coneval). ¿Puede serlo cuando su economía a duras penas registra una tasa anual promedio de crecimiento ligeramente superior a 2 por ciento a lo largo de las últimas tres décadas y de tiempo atrás crece en una proporción inferior a la de Haití?

Se entiende que la señora Lagarde intente ser amable con sus anfitriones (no los mexicanos, sino el inquilino de Los Pinos, el ministro del año, los oligarcas y demás fauna), que los apapache y les muestre públicamente el cariño que les tiene, pero catalogar a la clase gobernante de inspiración para el resto del mundo no es más que un exceso de lesa progenitora y una muestra de cinismo puro, en especial cuando se recuerda que esa misma élite político-económica se cuenta entre las más corruptas del planeta.

Pero como la creativa señora Lagarde sólo ve para arriba, como sus anfitriones, también dijo estar impresionada por la solidez y la estabilidad de la economía mexicana, es decir, la misma economía que a nivel mundial sobresale por la falta de crecimiento, siempre por debajo de la media internacional y por ocupar los últimos escalones en materia de empleo, ingreso y bienestar, pero los primeros en concentración del ingreso y la riqueza.

Inspirada e impresionada, la directora-gerente del FMI no dejó de repartir piropos a sus anfitriones: de acuerdo con las cifras oficiales, en México la pobreza está bajando y la clase media se duplicó en sus dimensiones en los últimos diez años, según dijo. Pero las propias cifras oficiales reconocen que 53 por ciento de los mexicanos sobreviven en la pobreza y la miseria (57 por ciento si se toma el indicador más contundente, el patrimonial), que 65 por ciento de los mexicanos ocupados obtienen un ingreso inferior a tres salarios mínimos y que en el sector informal de la economía subsisten seis de cada diez ocupados.

Lo anterior, desde luego, ni lejanamente es igual a que la pobreza está bajando y que el ejército de clasemedieros crece a paso veloz, a menos de que la señora Lagarde comparta la tesis del siempre brillante ex secretario calderonista de Hacienda, Ernesto Cordero, en el sentido de que con 6 mil pesos al mes hay familias mexicanas que tienen crédito para una vivienda, tienen crédito para un coche, se dan tiempo de mandar a sus hijos a una escuela privada y están pagando las colegiaturas.

Tal vez a la señora Lagarde nadie le informó que aterrizó en México, no en Noruega, y que por lo mismo equivocó piropos y discurso porque, como sueño mundial, qué puede inspirar una economía como la mexicana y qué una clase gobernante como la autóctona: ¿crecimiento raquítico, empleo insuficiente, salarios de hambre, informalidad galopante, corrupción por doquier, concentración del ingreso y la riqueza, saqueo de los bienes nacionales? Si esa es la inspiración, entonces más que sueño suena a pesadilla.

A pesar de todos los piropos repartidos, la directora-gerente del FMI cometió un desliz, porque en uno de sus discursos advirtió que los países con mayor desigualdad tienen un crecimiento económico más bajo y menos duradero; la desigualdad asfixia las perspectivas para que se desarrolle el potencial de las personas y que contribuyan a la sociedad. El crecimiento tiene que ser incluyente para que sea más sostenible, es decir, sin quererlo criticó ácidamente a la economía y a la clase gobernante que generosamente vino a defender a México, o lo que es lo mismo, a quienes pueden convertirse en una inspiración para que el resto del mundo se atreva a soñar.

Entonces, si la multicitada señora se dignara a ver hacia abajo y se informara correctamente sobre el México real, probablemente su discurso, inspiración e impresión serían distintas, aunque ese sí es un sueño de verdad, porque al FMI y a quien esté a cargo de la tienda le importa un carajo cuál sea la realidad social de cualquier país y el devastador efecto de los ajustes estructurales por ellos impuestos.

Para efectos de la señora Lagarde, los piropos a la clase gobernante mexicana están más que justificados porque, de entrada, el gobierno calderonista destinó más de 14 mil millones de dólares para fortalecer las finanzas del FMI y, se supone, para elevar la cuota y aumentar el poder de voto (en tres décimas de punto porcentual) de nuestro país en el seno del organismo financiero, y el desvío de recursos se hizo justo cuando más lo necesitaba la deteriorada economía mexicana. Y eso merece un bombón, como los repartidos por la madame.

Por si fuera poco, la señora Lagarde llegó a México con toda la intención de renovar una línea de crédito favorable al gobierno mexicano (originalmente abierta por Felipe Calderón en tiempos del catarrito) por 72 mil millones de dólares, lo que garantiza al FMI su derecho a seguir metiendo la mano, hasta lo más hondo, en las decisiones del país que inspira a todo el mundo.

Ya entrada en gastos, la directora gerente del FMI le dijo al inquilino de Los Pinos que México experimenta el proceso creativo y transformador de forjar una economía más sólida. En síntesis, la señora Lagarde le auguró a Peña Nieto lo mismo que 32 años atrás (cuando arrancó el proceso de reformas estructurales en el país) el entonces titular del Fondo pronosticó a Miguel de la Madrid; que Michel Camdessus vaticinó a Carlos Salinas y a Ernesto Zedillo; que Horst Köhler presagió a Vicente Fox, y que Rodrigo Rato y Dominique Strauss-Kahn anunciaron a Felipe Calderón.

Las rebanadas del pastel:

Moraleja: 32 años y decenas de reformas estructurales después, esa economía sólida se mantiene en lista de espera, pero el FMI quiere más.

Twitter: @cafevega