Sociedad y Justicia
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Casi 80% de mexicanos viven en urbes que se expanden sin regularización: Mireya Imaz

Urge modificar el crecimiento de ciudades en el país, alerta experta

Cada año se construyen 90 mil viviendas precarias en zonas sin infraestructura ni servicios

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Actualmente 50 por ciento de la población mundial habita en las urbes, y se estima que en 2050 el porcentaje sea de 70, señala experta de la UNAM. La imagen, en la calle Madero de la ciudad de México el pasado lunes 3 de febrero, día de descanso obligatorioFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Viernes 11 de julio de 2014, p. 39

La coordinadora del Programa Universitario de Medio Ambiente de la UNAM, Mireya Imaz, alertó sobre la necesidad de modificar las estrategias de crecimiento de las ciudades, pues la mala planeación conlleva costos económicos, sociales y ambientales.

En la actualidad, apuntó, el porcentaje de la población mundial que habita en urbes es de 50 por ciento, y se estima que para 2050 alcance 70 por ciento.

Las ciudades han evadido las limitaciones en la disponibilidad de recursos por medio de la innovación y el aprovechamiento de los bienes de otros territorios, lo que las ha convertido en las principales consumidoras y en las emisoras más importantes de gases de efecto invernadero y de residuos, afectando los flujos de materiales y energía planetarios.

Sin embargo, el caso de México es especial, ya que casi 80 por ciento de las personas viven en urbes. Un estudio realizado en 2012 por ONU-Habitat, la UNAM y la Comisión Nacional de la Vivienda mostró que en los últimos 30 años la población mexicana creció 1.4 veces, mientras la superficie urbana se multiplicó 5.9 veces, lo que ha generado concentración de millones de personas en espacios reducidos, ya que en el país hay 11 zonas metropolitanas con más de un millón de habitantes, así como la dispersión de miles de asentamientos irregulares.

Imaz resaltó que el mismo estudio asentó que cada año se establecen 90 mil viviendas precarias en áreas sin infraestructura ni servicios, en zonas de riesgo o de protección ambiental, muchas de las cuales se ubican en regiones periurbanas.

Se ha favorecido la producción de vivienda masiva en los perímetros de las ciudades, casi siempre financiadas por organismos del sector público, lo que provoca modelos de ciudades dispersas con altos impactos sobre los ecosistemas, ya que requieren de grandes flujos de materiales y energía para su construcción, abastecimiento y transporte de la población, al tiempo que afectan zonas que proveen de servicios ecosistémicos esenciales para la propia viabilidad de esas ciudades, como recarga de acuíferos, producción de alimentos, captura de carbono y la biodiversidad local, entre otras.

Por ello, la académica universitaria planteó la necesidad cada vez más apremiante de trabajar por la transformación de las urbes en ciudades sustentables, lo que no sólo tiene que ver con su enverdecimiento, sino con sus impactos locales y regionales.

Detalló que la planeación de este tipo de ciudades deberá considerar el impacto de las actividades que ahí se desarrollan, como la demanda de recursos y desechos, la conectividad del paisaje, los servicios ecosistémicos de los que dependen y su resiliencia (capacidad de determinado sistema que le permite recuperar el equilibrio después de haber sufrido una perturbación)”.

La urbanización ambientalmente sustentable, dijo, requiere de elementos como reducir las emiciones de gases de efecto invernadero, minimizar la expansión urbana al desarrollar pueblos y ciudades más compactos, cuya movilidad se base en el transporte público, usar sensatamente y conservar los recursos renovables y no renovables, reducir la energía utilizada y los desechos generados por unidad de consumo y reciclar los desechos, entre otros.