Antonio Carlos Jobim
Sábado 12 de julio de 2014, p. a16
Es un torrente. Un manantial. Un chopo de agua. Es un río bronco y luego manso. Es el río Amazonas. Es un géiser cálido. Un alto surtidor que el viento arquea. Es lanza líquida. Es llama de agua. Es un beso húmedo. Es un soplo de vapor. Nube. Murmullo de brisa. Ternura de gotas goteando. Es la lluvia lloviendo. Es el viento mojado venteando. Es un dulce arroyuelo que sonríe. Laberintos de agua en los hoyuelos. Es el líquido vital. Es el fluido de vida. Es el fluir. Es flotar en el fluir.
Aguas de marzo se llama la obra maestra de Antonio Carlos Jobim (1923-1980) que suena con denuedo en estos días de lluvia y la atención puesta durante un mes en un país que es en realidad una potencia cultural: Brasil, donde no se habla portugués, se habla brasileiro, ese idioma que construyen día con día sus ciudadanos, sus campesinos, as garotas y los niños.
Jobim escribió un torrente de palabras, una vorágine de gotas de agua convertidas en palabras, un artefacto bellísimo construido con la fuerza de los vocablos, los acentos, las alocuciones, las improntas.
Escuche y vea: he aquí la versión límpida, en voz de su autor, a través de YouTube: http://goo.gl/ensIgJ. Y la bellísima, alucinante versión en inglés, que hizo Tom con metáforas distintas, al punto que el verso original: ‘‘é madeira de vento” pasa a: ‘‘is the wood of the wind” y vuela hasta: ‘‘es el bosque del viento”: http://goo.gl/nDPtbj.
Es palo es piedra, es el fin del camino. Es un resto de tronco, es estar un poco triste. Es una botella de vidrio, es la vida, es el sol. Es la noche, es la muerte, es un lazo, es un anzuelo. Es un árbol del campo, un nudo en la madera. Caingá, candela, es Matita Pereira. Es la madera del viento, alud en el despeñadero.
La anterior es la letra que escribió Tom Jobim en brasileiro y cuyo primer bloque de versos transcribí, en el párrafo anterior, en versión aproximada al español de México. Es una de las obras maestras de sintaxis, prosodia, imaginería artística con las palabras. Es un monumento a la palabra pero a diferencia de las estatuas que a veces sólo sirven para que caguen las palomas, esta escultura prodigiosa sirve para narrar la vida.
Con excepción de los términos caingá y Matita Pereira, que aluden a seres (reales e imaginarios) que habitan solamente en Brasil y por tanto son intraducibles, el resto de la historia es verdadera.
Caingá es una planta silvestre brasileira. Matita Pereira es un ave brasileira pero también es un duende, un mago, un merlín verdeamarela: un joven cojo, mulato que fuma pipa y usa una gorra mágica roja para aparecer y desaparecer, una criatura bromista que concede deseos a aquel que sea capaz de arrebatarle su gorra mágica.
El término um pouco sozinho equivale a estar un poco triste pero por una situación determinada (la ausencia del ser amado), una suerte de estructura de desolación que alcanza el poderío de las metáforas de Tom Jobim. No es saudade, es solamente um pouco sozinho.
Hay un momento mágico, entre los muchos que vive un poeta en una vida, en el que Tom Jobim dio a luz Aguas de marzo, elegida, en referéndum, como la mejor canción de la historia en Brasil, votada así por los propios brasileiros y muchos nos unimos, aunque no tengamos voz ni voto pero sí nos podemos poner a cantar con Tom Jobim, si lo seguimos a pie juntillas, voz a todo pulmón, en la siguiente versión, con él mismo acompañado de una reina, una diosa: Elis Regina. Noten cómo al final ambos juguetean con las palabras: se las turnan, las avientan uno a otro, las cachan y, además: las cortan por la mitad, para volverlas a unir en una nueva sintaxis y prosodia sorpresiva, alegre, fluida: http://goo.gl/wbFd.
Es misterio profundo. Es el quiera o no quiera. Es el viento venteando, el fin de la ladera. Es la viga, es el vano, la fiesta del tijeral. Es la lluvia lloviendo, la voz de la ribera. De las aguas de marzo, el fin del cansancio. Pajarito en la mano, piedra del tira-piedras. Un ave en el cielo, un ave en el suelo. Un arroyo, un puente.
El torrente de palabras se arremolina y fluye y podemos ver los objetos, las aves, las plantas, los humanos, todo aquello que arrastra la corriente del agua cuando es río, arroyo, un fluido cantando al unísono con la tempestad (é a chuva chovendo: es la lluvia lloviendo; é o vento ventando: es el viento venteando; é um pingo pingando: es una gota goteando; é uma ponta, é um ponto: es una punta, es un punto; é uma conta, é um conto: es una cuenta, es un cuento) y es todo aquello que vio Tom Jobim una tarde apacible del fin del verano y la llegada repentina de las lluvias, una de ellas, torrencial, atascó su automóvil en el campo (é o carro enguisado) y el torrente de agua hizo pasar frente a sus ojos todo aquello que nombra y canta en su obra maestra, compuesta de manera tal, puestas de maneras tales las palabras que escuchamos y vemos un flujo de agua arrastrando cosas. El nombre técnico de este logro artístico es Shepard tones: un efecto progresivo que hace sonar las palabras como torrentes.
Es palo, es piedra. Es un soplo de vapor. Es beso húmedo. Es sonrisa con gotas de rocío en los hoyuelos. Es agua. Es vida. Es el agua que fluye. Es flotar en el fluir.