El canciller de El Salvador, Hugo Roger Martínez, compartió ayer ante los participantes del Coloquio México-Santa Sede, Migración y Desarrollo: ‘‘Hace poco yo estaba recordando palabras de uno de los padres fundadores de Estados Unidos, que decía: ‘dejen que las personas del mundo vengan a esta tierra bendita’. No sé en qué momento nos perdimos de esa visión original’’, lamentó el diplomático centroamericano al aludir a la crisis humana de los menores migrantes no acompañados.

Los estados, dijo el diplomático salvadoreño, deben gestionar la integración de los migrantes que reciben, partiendo de facilitar las condiciones para regularizar su estatus migratorio. ‘‘Debemos tener mucho cuidado de no revictimizar a estos niños y niñas –quienes ya han sido víctimas en sus sociedades– en los trayectos, y no pueden ser revictimizados en los lugares de destino. La perspectiva de atención debe darse desde el ángulo humanitario’’.

Coincidió con otros ponentes en la necesidad de promover el arraigo de las personas en sus lugares de origen. ‘‘Si no le apostamos a esto no vamos a poder detener los flujos migratorios; es un asunto clave’’, dijo Roger Martínez.

El canciller de El Salvador reconoció que la migración es vista como obligación, ya que la población se va por falta de oportunidades y para huir de la alta inseguridad y violencia desatada en sus países de origen.

Por su parte, su homólogo de Guatemala, Luis Fernando Carrera, cuestionó la teoría más extendida sobre el incremento de la migración de menores no acompañados y sostuvo que esta crisis no obedece ni a la inseguridad, fenómenos naturales o pobreza, sino a las redes de traficantes de personas, a quienes, dijo, hay que atacar de frente y como medida inmediata.

Explicó que cuando se revisan los datos de la migración hay ciertamente una serie de factores estructurales, pero ninguno se acentuó en los últimos años, como sí lo ha hecho la migración de menores. ‘‘Aparte de canciller soy economista y me gusta analizar los datos y entender qué es lo que dicen, y es necesario analizar cuando hay anomalías del patrón, cuando algo no parece estar contando una historia que todo mundo dice que tiene que contar, cuando los números parecen contradecir los paradigmas.

‘‘Tengo una hipótesis. El dato fundamental es ver que, mientras México aportaba 17 mil, 18 mil menores migrantes al año, de repente en 2010 aportó solamente 11 mil. Creo que los coyotes dijeron ‘¿cómo nos vamos a compensar? Se nos está cayendo la oferta de los niños migrantes mexicanos’, y se fueron a ofrecer el servicio a Centroamérica, donde existía demanda, pero no se había calculado cuánta’’.

Explicó que los menores de edad no pueden estar más de 72 horas con la Patrulla Fronteriza; de ahí pasan a albergues ‘‘donde generalmente están bien cuidados’’. Ahí pasan 3 o 4 semanas y los envían con algún familiar o tutor legal dentro de Estados Unidos a esperar su cita con las autoridades migratorias.

‘‘La historia que llega a la comunidad de donde salió ese niño, esa niña, es que está con la familia desde hace 6 meses, que está estudiando y está feliz. Qué mejor estímulo para enviarlo, y con esto las redes de coyotes empezaron a hacer montones de dinero’’, concluyó.