Zona de paz
oy que Israel y Estados Unidos protagonizan sendos episodios inmorales contra los más vulnerables, la noción de la infancia como zona de paz tiene que alzarse en todo el mundo como una bandera contra la barbarie.
Ese concepto se remonta a los siglos XI y XII en que algunos países europeos adoptaron las treguas de Dios
propuestas por la Iglesia. En los tiempos modernos fue la Liga de las Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja la primera en aplicar el concepto de zona de paz.
En su definición más amplia, el concepto abarca la protección de los niños, la protección de servicios e instituciones para la infancia y la capacidad de llegar a los niños durante las situaciones de conflicto armado.
Mas parece que hoy el mundo entero está instalado en la indiferencia, incluidos la ONU, su Fondo Internacional para la Infancia (Unicef), la OMS y la Cruz Roja, etcétera. Hay suficientes instrumentos para proteger a los niños en el derecho humanitario internacional, lo que falta es la capacidad de la humanidad para hacerlos valer.
En primer lugar está la Convención Internacional para los Derechos de la Infancia, que fue promulgada y ratificada entre 1990 y 1993 y que contiene entre los casi 50 derechos humanos de los niños que consagra al menos dos artículos referidos a la situación de los niños en los conflictos armados y en la condición de refugiados.
Del niño en conflictos armados: “Los estados partes (…) se comprometen a respetar y velar porque se respeten las normas del derecho internacional humanitario aplicables a los niños en los conflictos armados (…) adoptarán todas las medidas necesarias para asegurar que ningún niño participe directamente en las hostilidades (…) los estados partes en esta convención adoptarán todas las medidas para asegurar la protección y el cuidado de los niños afectados por un conflicto armado”.
Respecto a la protección de los niños refugiados, la misma convención internacional señala: “Los estados partes (…) adoptarán las medidas para que el niño que solicite el estatuto de refugiado (…) reciba, tanto si está solo o acompañado, la protección y la asistencia humanitaria adecuada para que disfrute de los derechos enunciados en esta convención (…)”
Tendrían que levantarse con toda la fuerza, juntas, las voces de los jefes de Estado del mundo, incluido el papa Francisco, contra Israel y los crímenes que hoy comete en Gaza, y también contra la intención de Estados Unidos de condenar a muerte a los niños migrantes deportándolos a sus países de origen. Porque la matanza de inocentes es el último grado de barbarie que la humanidad puede permitirse. ¡Alto, señores!