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La Parota y la represión

E

l lunes, mientras recorrían poblados de los bienes comunales de Cacahuatepec, tres integrantes del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la presa La Parota (Cecop) fueron detenidos por policías ministeriales.

Es la segunda detención de activistas de este grupo, que se opone a la construcción de una hidroeléctrica que sepultaría una veintena de poblados, en tiempos en que las grandes presas están siendo desmanteladas en el mundo.

El proyecto había sido cancelado en 2007, cuando en una asamblea opositores y simpatizantes votaron en contra, frente a altos funcionarios de la Comisión Federal de Electricidad. El entonces presidente Felipe Calderón canceló el presupuesto que cada año se aprobaba para dicha obra.

Sin embargo, el año pasado, su sucesor, Enrique Peña Nieto, anunció el proyecto hidroeléctrico Papagayo. Después, Cuauhtémoc Cárdenas y Carlos Navarrete, en visitas separadas a Acapulco, se manifestaron a favor de La Parota.

Luego vino la detención del vocero del Cecop, Marco Antonio Suástegui. El consejo nombró ocho coordinadores para continuar el movimiento, pero el lunes uno de ellos, Maximino Solís Valeriano, y dos de sus compañeros fueron detenidos.

La razón por la cual se les detuvo es una pifia: en abril pasado, un grupo de simpatizantes de la presa agredió a balazos a la policía comunitaria que se está creando en ese lugar e hirió a dos elementos. Los policías llevaban machetes, de uso corriente en la región, y los agresores armas de fuego. La policía ministerial comprobó los disparos, decomisó algunas armas y detuvo a cinco rijosos. En ese momento, en un poblado cercano, Suástegui se reunía con integrantes de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.

Pero al día siguiente los atacantes –todos de una misma familia– fueron liberados y se volvieron acusadores. Dijeron que los policías los golpearon y querían matarlos. Así, ahora se persigue al Cecop y los agresores se pasean impunes.