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El especialista español publicó La cara oculta del pliegue

Pitarch analiza el mundo occidental desde una visión antropológica indígena
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 4 de agosto de 2014, p. a10

San Cristóbal de las Casas, Chis., 3 de agosto.

Para mí es muy importante el concepto de antropología indígena, porque mucho de esta materia se basa en los conceptos de origen occidental que se aplican para entender el mundo indígena. Intento no hacer una antropología occidental de lo indígena, sino una antropología indígena del cosmos y dentro del cosmos occidental también. La afirmación es de Pedro Pitarch, investigador de la Universidad Complutense de Madrid, asociado a la Universidad Autónoma de Chiapas, quien publicó recientemente el libro La cara oculta del pliegue: antropología indígena, en una coedición de Artes de México y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Me interesan los conceptos indígenas del ser humano, no los occidentales. Es, por decir, una antropología inversa, no una de ellos, sino una antropología de nosotros. Por eso me interesan los conceptos indígenas del cuerpo, de la persona, porque a través de ellos se entiende la cosmología indígena.

El investigador sostiene que los indígenas poseen conceptos filosóficos. Miguel León-Portilla fue el primero en hablar de filosofía náhuatl, él lo aplica a los náhuatls precolombinos; yo intento mostrarlo en el caso de los mayas contemporáneos. Normalmente se habla de creencias, pero son conceptos cosmológicos complejos que no son nada fáciles de entender, en parte, porque no tenemos un lenguaje para explicarlos, por eso es esencial trabajar con lenguas indígenas, porque los conceptos están fijados en la lengua.

Pitarch trabaja con los indígenas de Chiapas desde 1988. Fue la primera vez que vine a Chiapas; desde entonces he vuelto todos los años, a veces en temporadas largas. Me atrapó este estado.

En 1996 publicó su primer libro: El chulel, una etnografía de las almas tzeltales (Fondo de Cultura Económica), hoy día agotado. En agosto de 2013 publicó La palabra fragante: cantos chamánicos tzeltales (Artes de México), que obtuvo el premio al mejor libro de poesía de ese año, otorgado por la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana.

En La cara oculta del pliegue: antropología indígena aborda, entre otros temas, un estudio de las dificultades de la traducción de conceptos occidentales a conceptos indígenas. En este caso, Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, de 1948. “Tomo una traducción del español al tzeltal, realizada por Miguel Gómez Gómez y Juan Sántiz Cruz (como auxiliar), indígenas originarios del pueblo de Cancuc, y  ésta la vuelvo a traducir al español. La Declaración se basa en la premisa de la existencia de unos principios morales trascendentes, universales; en cambio, la filosofía moral indígena asume la especificidad y contingencia de las relaciones humanas. La traducción lingüística implica también una traducción cultural”.

Por ejemplo, dice la Declaración: Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana

Y esta es la versión de la traducción tzeltal: Para recibir el bienestar y la salud aquí en el mundo en que vivimos, es de gran importancia que no se perjudique y obstaculice el respeto que se debe al deseo de felicidad de los seres humanos de cada grupo.

“Se observa que las palabras europeas de libertad, justicia y paz han sido remplazadas en tzeltal por dos expresiones culturalmente más próximas. La primera, que traduzco como bienestar, significa mucha bondad y se entiende como estar una persona contenta.

“La expresión sbuts k’inal, que traduzco como salud, significa que la persona no está enferma ni asustada, deprimida. Se concluye que la pretensión de la Declaración de ser en verdad universal”.