Banco de PRI-México
Oaxaca: ley educativa
Gobernador Tuta
Crece división panista
l gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, no encontró mejor manera de servir a los intereses políticos de quien hoy ocupa la Presidencia de la República que convirtiéndose en un rotundo jilguero ‘‘técnico’’ que sin autonomía, como en mitin placero de partido de tres colores, se permitió la ligereza de asegurar, entre otras frases de incienso, que las reformas impulsadas por Enrique Peña Nieto ‘‘están generando un caudal de confianza en el país’’ y continuarán haciéndolo ‘‘en los próximos años’’.
Ese ejercicio de irresponsabilidad institucional, al convertirse el banco central del Estado mexicano en emisor de loas circunstanciales y en distribuidor de retóricas monedas conmemorativas de presuntas epopeyas atlacomulcas, forma parte de la campaña de apabullamiento propagandístico que el peñismo ha programado de aquí a las próximas elecciones con el propósito de que el sentir nacional se mantenga a la expectativa de presuntas bonanzas venideras aunque la realidad cotidiana se agrave sin atenuantes.
En Oaxaca, por ejemplo, a pesar de las reformas constitucionales y reglamentarias en materia educativa, la poderosa sección 22 del SNTE hizo que el gobernador formal de esa entidad, Gabino Cué, presentara al Congreso local una propuesta de ley estatal de educación que queda distante de las pretensiones federales (abierto desacato a la letra de las reformas nacionales, dicen los críticos de esta propuesta) y atiende las exigencias de ese gremio en el estado, luego de mesas de negociación, marchas, tomas de oficinas gubernamentales y de partidos políticos. Es decir, a pesar del carácter absolutamente imperativo de las normas federales sobre la materia, la resistencia oaxaqueña está en ruta de impedir la aplicación concreta de tales reformas peñistas.
En Michoacán también hace agua la gestión del comisionado Alfredo Castillo, a pesar de que declarativamente irían tan bien las cosas que desde Los Pinos se estaría estudiando la posibilidad de regresar al DF (¡misión cumplida!) a ese interventor anticonstitucional, virtual golpista político que desplazó los poderes institucionales constituidos (dejando a Fausto Vallejo convertido en florero político), pero no ha podido doblegar a los poderes extraconstitucionales realmente ejecutivos, los que tienen al frente al gobernador Tuta como presunto fugitivo inalcanzable al que el respetable público ha podido ver recientemente en un video de fecha imprecisa como un verdadero hombre de poder (incluso cobrando los correspondientes impuestos millonarios para ‘‘la empresa’’) fungiendo como notario público, juez familiar, magistrado inmobiliario y ministro del asentimiento de las partes ante cámaras de video. En ese contexto de exhibición de la ineficacia del comisionado Paulette, una mano oportuna colocó en el escaparate público a una presidenta municipal, Dalia Pineda, de Huetamo, acusada de homicidio, pero también de ser recaudadora de fondos (como otros alcaldes durante tanto tiempo) para La Familia y su patriarca, La Tuta.
La división entre los panistas es cada vez mayor, con el episodio de los diputados federales en bailadora fiesta en Puerto Vallarta como agravante de pugnas internas. Son ya dos bandos que no sólo contienden conforme a reglas tradicionales, sino que ahora se descalifican de manera acre y se culpan unos a otros de crisis, catástrofes e inmoralidades. De un lado, los calderonistas que tienen como principal personaje en cartelera a Ernesto Cordero (perdedor en la búsqueda de dos candidaturas, la presidencial, ante Josefina Vázquez Mota, y la de dirigente del partido de blanco y azul, frente a Gustavo Madero), y del otro los maderistas que hasta ahora habían parecido sólidamente alineados tras del chihuahuense, pero también del financista reciente de la campaña de Madero en pos de un segundo periodo, el poblano Rafael Moreno Valle.
La filtración de los videos de la villa vallartense de lujo –con tambora y bailarinas de alquiler– aceleró un proceso que a algunos les parece encaminarse a una escisión. En élites maderistas corre la percepción de que el golpe provino de filas subterráneas del calderonismo, una especie de fuego ‘‘amigo’’ que en realidad ya no sería sino abiertamente enemigo. El jefe máximo de esa facción políticamente derrotada, Felipe Calderón, no pareció haber medido con habilidad los tiempos políticos a la hora en que, en el contexto de la presentación de un prescindible libro de su autoría, hizo declaraciones abiertamente denigratorias de la gestión de Madero, asumiéndose no como un ex ocupante de Los Pinos que por prudencia debería mantenerse al margen de pleitos interpartidistas, sino como un abierto contendiente en esas batallas menores, haciendo coincidir sus dardos verbales con la aparición del video de las discordias.
Pero, a fin de cuentas, Gustavo Madero amplió su rango de control sobre los mandos legislativos del Partido Acción Nacional. Destituyó a dos que le eran cercanos (uno, Jorge Villalobos, plenamente identificado con el chihuahuense; otro, Luis Alberto Villarreal, un aliado que se movía entre el propio Madero y Moreno Valle) e instaló a José Isabel Trejo como nuevo coordinador de los diputados federales panistas, sin siquiera hacer algún guiño conciliador a los calderonistas, consolidando un manejo sumamente personalista de las bancadas legislativas a través de dos operadores sin brillos notables, llegados a las coordinaciones netamente por su dependiente relación personal con Madero, como han sido Jorge Luis Preciado en el Senado y ahora Trejo en San Lázaro.
Y, mientras en Ferguson, Misuri, continúan las protestas y los enfrentamientos por la muerte de un joven afroamericano –desarmado– por disparos de policías, ¡feliz fin de semana, con el anuncio de que está por aparecer el nuevo disco de Leonard Cohen, Popular problems, con el que se podrán conmemorar las ocho décadas de vida del poeta, compositor e intérprete canadiense!
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