Catástrofe humanitaria
omo rehenes de una guerra que libra en su nombre una minoría separatista, los habitantes de Donietsk y Lugansk sufren una catástrofe humanitaria, en medio de bombardeos y combates entre el ejército ucranio y las milicias pro rusas.
Los daños colaterales –ese eufemismo inventado por Estados Unidos para justificar sus crímenes contra la población civil en Vietnam– generaron ya un éxodo masivo de ucranios del este: 730 mil que encontraron refugio en Rusia y 117 mil que se consideran desplazados dentro de Ucrania.
Pero en esas regiones quedan millones de personas que necesitan con urgencia esa ayuda, toda vez que se volvió realidad cotidiana la destrucción de viviendas y el riesgo para los civiles de engrosar la cifra de víctimas mortales, junto con la escasez de alimentos y medicinas, agua potable y electricidad.
Las partes implicadas en el conflicto, por la desconfianza recíproca, llevan días sin poder alcanzar un entendimiento político para permitir la entrada de la ayuda humanitaria rusa.
El generoso gesto no puede sacarse del contexto en que se produce: sitiados los principales bastiones separatistas, Kiev cree estar cerca de conseguir una solución militar, mientras Rusia busca forzar un alto el fuego para repartir la ayuda humanitaria, lo cual daría un respiro a las acosadas milicias.
Por razones geopolíticas, sobre todo evitar que en el futuro se instalen tropas de la alianza noratlántica junto a su frontera meridional, Rusia apoyó y armó de forma encubierta a las milicias en dos regiones limítrofes, mandando politólogos y militares rusos que asumieron el liderazgo de los grupos separatistas.
El rechazo a Kiev no se extendió a todo el este y el sur de Ucrania, también fracasó la idea de proclamar un Estado independiente bajo el nombre de Novorrosiya (Nuevarrusia) y, en la etapa más reciente, se pretende sólo mantener la llama separatista en las dos regiones colindantes, incluido el controvertido envío nocturno de carros blindados a Lugansk, que Rusia desmiente y Ucrania asegura haber destruido en su mayoría con fuego de artillería.
El Kremlin parece resignado a que el gobierno ucranio no quiera negociar con ciudadanos rusos que encabezan la lucha por la independencia y a ello se debe que, en apenas dos días, esta semana sacrificó tres de las figuras principales de la opción escisionista, impuestas desde Moscú en Donietsk y Lugansk.
Al mismo tiempo, al reunir en Crimea a los diputados oficialistas y ministros del gobierno, legisladores de otros partidos e intelectuales, el Kremlin reiteró que es irreversible la pertenencia a Rusia de la península anexada.
Todo indica que la guerra de Ucrania está cerca de entrar en una nueva fase, aunque el conflicto quedará irresuelto mientras no se restablezcan las condiciones que hicieron posible que, a pesar de ser saqueados por los gobernantes en turno, ucranios del occidente y el oriente convivieran en paz durante decenios.